Cuando los académicos premian el Mejor Sonido, hay una tendencia a reconocer el trabajo en alguna gran producción con un trabajo de sonido muy apabullante. Es menos habitual que se distinga la capacidad narrativa, como ha sido el caso de este año con el Goya para Tres, concedido al jefe de sonido directo Daniel Fontrodona, los diseñadores de sonido Oriol Tarragó y Marc Bech, y el mezclador Marc Orts. En Cine&Tele hemos hablado con Tarragó y Bech para conocer más a fondo el trabajo sonoro de este film de Juanjo Giménez.

El diseño de sonido de Tres se hizo en el estudio Coser y Cantar, los foleys se realizaron en Sound Troop en Galicia con Diego Staub y las mezclas se llevaron a cabo en Deluxe durante 3 semanas.
La audacia del proyecto radicaba en la propia concepción sonora de la historia, en la que una mujer empieza a sufrir una desincronización entre los sonidos y las imágenes en su vida. «Fue un reto porque había que explicar con pocos sonidos la desincronía del personaje de Marta Nieto. Si usábamos muchos sonidos para explicar lo que le estaba pasando, luego no se entendía nada. Tuvimos que simplificarlo», nos revela Marc Bech.
Es una película con pocas pistas pero su complejidad estriba en lo conceptual, como señala Oriol Tarragó: «La idea de guion es muy interesante, pero luego hacerlo funcionar es un gran reto. Hay algún momento en el que la desincronía es casi de un minuto y pico (…) y la percepción humana rechaza la desincronía, te saca de la historia. El gran reto fue encontrar la medida para que el espectador entendiera la desincronía y que a la vez fuera entretenido e interesante, que llegase incluso un grado de hipnotismo».
El desafío afectó al tiempo de trabajo. Lo que debía durar dos meses, acabó durando cinco, con un constante ciclo de ida y vuelta. «Tuvimos que trabajar en paralelo con Cristóbal Fernández, el montador de imagen, y con el director. Nos mandaban una secuencia después de montarla y nosotros la desincronizábamos haciendo una propuesta. Ellos entendían nuestra aproximación y volvían a montar la imagen. Y volvíamos de nuevo. Es la película en la que más he estado en paralelo con imagen», apunta Tarragó.

Fue un trabajo de mucha experimentación para encontrar la película. «En vez de trabajar con toda la película, trabajábamos en secuencias para encontrar exactamente cómo tenía que ser la fórmula y el tono», remarca Bech.
En relación a momentos concretos, Bech destaca que se combinó el trauma que tiene Marta Nieto en la película con las cintas de cassette, con «flashbacks sonoros que ella tiene y luego los flashforwards al final de la película».

En un principio, la película se iba a hacer en Atmos pero la escasez de presupuesto provocó que se hiciera en 5.1. «Hay muchos ambientes en el barrio del Carmel, las calles, el tráfico… Un sonido muy naturalista. Grabamos mucho en cuadrafónico y ambisonics«, afirma Tarragó.
En cuanto a la tecnología utilizada, utilizaron ProTools Ultimate y un sistema HDX2 de Avid. Para la escucha, utilizaron en una sala Dynaudio de la serie E y en la otra Genelec. Para la grabación de ambientes y algunos foleys, utilizaron micrófonos MH184 de Neuman y grabador Sound Devices. Eso sin tener en cuenta el grabador Philips que sale en la película de los años 70 y 80, como recalca Tarragó, «para buscar textura y para generar todas las atmósferas de esa desincronía, con una sensación de decalaje y ansiedad».
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