Sé que en Andalucía, y más aún en Sevilla, la Semana Santa se vive de una manera especial. No sé si ese modo de vivirla influyó más en el ánimo del empresario andaluz o en el mío propio durante la videoconferencia express que mantuvimos el lunes de Pascua, ya que creo haber presenciado en directo una epifanía, en este caso la del citado empresario, al explicarle la importancia capital de una de las ventajas fiscales de la que se podía beneficiar, si invertía en producción a través de una Agrupación de Interés Económico con capital 100% privado. Por Jordi Carbonell, productor
Todo empezó el mismo lunes por la tarde, al recibir una llamada de uno de los fundadores de TMET (The Market Eye Team), Antonio Carballo, la consultora especializada en el mercado audiovisual de la que formo parte como socio. Me dijo que, aunque sabía que en Cataluña era festivo (cosas de nuestro pasado carolingio), era de vital importancia que tuviésemos una videoconferencia express, ya que estaba reunido con un gran inversor. Le pedí 15 minutos y empezamos la reunión.
El inversor quería saber cómo yo podía demostrar que, con nuestro sistema de AIE después del estreno en salas y si se habían cumplido una serie de condiciones, el inversor habría recuperado entre el 80 y 85% de su inversión, independientemente de la taquilla que hubiera hecho la película, y que al final de los tres primeros años garantizábamos un 30% de rentabilidad con la combinatoria de las bonificaciones fiscales, los ingresos de explotación y las BIN’s (Bases Imponibles Negativas). Y la discusión se centró en este último punto, el de la BIN’s.
La compensación de pérdidas (BIN’s) es un método empleado por todas las empresas de todos los sectores y consiste en compensar las pérdidas que se sufren un año, con las utilidades que se generan en los años siguientes. Pero en nuestra industria las BIN´s tienen dos particularidades que no se dan en ningún sector, al menos las dos a la vez, haciendo muy atractiva la inversión en la industria audiovisual, y son: la compensación de pérdidas durante los siguientes 18 años a la inversión realizada, y la más importante de todas, el aumento hasta el 50% de deducción de la cuota íntegra cuando el importe de la deducción, que corresponda con gastos e inversiones efectuada en el propio PI (Período impositivo), exceda del 10% de dicha cuota íntegra.
Y esto, ¿qué significa?
Pues significa que si un empresario invierte a través de una AIE un 10% más que lo que ha de pagar (cuota íntegra) puede imputarse un 50% de las pérdidas que genere, y lo que exceda del tope máximo de deducción se lo puede imputar al año siguiente, así durante los siguientes 18 años.
Y fue en ese instante cuando el inversor tuvo su epifanía y vio que, si a esto le añadíamos la amortización de la película en el mismo año del estreno, conseguíamos ese 80% de recuperación de la inversión, pero con dos condiciones: que la AIE fuese privada, es decir, que no hubiese solicitado subvenciones previas a ninguna Administración pública, y que los contratos con posibles coproductores no penalizasen los ingresos de explotación.
Y así me lo confirmó el propio empresario cuando me confesó que, de su última inversión en el sector (que fue el pago del P&A – Publicidad, promoción y copias de una película), no recuperó ni un euro, ya que se trataba de una producción Frankenstein. Denominación esta que he acuñado para definir a las producciones que combinan las subvenciones con las beneficios fiscales de las AIE y en las que, debido a una de las normas para poder concurrir a la adjudicación de una subvención (la productora debe demostrar ante las instituciones públicas que cuenta ya con el 35% del presupuesto), se ven obligadas a ceder a las plataformas y televisiones los derechos de explotación de los próximos años en todas las ventanas para que estas avalen el famoso 35% del presupuesto.
Después de varias explicaciones y comentarios sobre el porqué la producción independiente no apuesta de una manera decidida por la inversión privada y deja a un lado la “ruleta rusa” de las subvenciones, nos emplazamos para seguir ahondando en los beneficios incuestionables que tiene invertir en una AIE (Agrupación de Interés Económico) 100% privada. Por el momento, parece que la gran mayoría de los productores se conforma con trabajar miles de horas en la realización de una nueva película y ceder por el camino todos los derechos de explotación de esta.
Es la paradoja de quien, pudiendo ser productor y propietario, elige ser solamente productor ejecutivo. En TMET trabajamos para acabar con ese paradigma.