El sector audiovisual ha experimentado en los últimos años infinidad de cambios, provocados por la irrupción de numerosos agentes, nuevos flujos y métodos de trabajo online. El regreso a los mercados físicos resultará indispensable para que los agentes detecten antes que nadie las oportunidades de negocio en un mercado ultracompetitivo.
Imagínense que pudiéramos diseñar una máquina del tiempo y enviar con ella a un agente de ventas veinte años atrás. Probablemente, pensaremos que nos haríamos ricos sirviéndonos de toda la información de la que dispondría para adelantarnos a la competencia. Sin embargo, lo más probable es que nadie le tomara demasiado en serio cuando empezara a hablar sobre la explosión del streaming, mercados online, la televisión a la carta imponiendo su dominio en los hábitos de consumo, la publicidad digital superando ampliamente a la de los medios físicos… y nuestro agente volvería al presente con las orejas gachas.
El mercado ha cambiado tanto en los últimos años que hubiera resultado imposible entender y analizar su evolución sin el trabajo codo a codo de todos los agentes implicados y los medios de información especializados. Y alcanzar un alto nivel de comprensión acerca de la industria y sus vaivenes resulta imprescindible para cumplir con la tarea encomendada a distribuidores y agentes de ventas: anticiparse a las nuevas tendencias para sacar el máximo rédito económico y causar el mayor impacto posible con las producciones de su catálogo.
Durante la pandemia, los mercados se vieron obligados a trasladar su actividad al entorno virtual, dando lugar a un sinfín de herramientas y mecanismos que sin duda perdurarán en el tiempo y serán de gran utilidad para prorrogar el efecto de los eventos una vez finalizados. Sin embargo, todas esas soluciones solo serán efectivas como complemento de los mercados físicos, pues si algo está quedando patente en el paulatino regreso presencial de la industria a los mismos, es que nunca podrán sustituir o ser tan relevantes como los encuentros cara a cara.
Porque el impacto de un festival o mercado no se circunscribe únicamente a sus actividades programadas, ponencias, mesas redondas, reuniones… también hay que tener en cuenta lo que sucede antes y después de cada jornada: los desayunos en los hoteles, una breve charla en los pasillos o un encuentro inesperado a la salida que desemboca en una interesante charla de negocios durante la cena. Todo ello compone un ecosistema riquísimo de interacciones, imprescindible para decodificar el mercado y mucho más efectivo que los encuentros digitales promovidos durante la pandemia.
El ser humano es un ser social y así ha sido siempre. La organización en comunidades ha sido clave para afrontar con éxito los desafíos a los que nos hemos enfrentado como especie, en aras del progreso. La crisis sanitaria nos ha obligado a recluirnos, a cancelar esa parte vital de nuestra naturaleza que es relacionarnos físicamente. Hemos sabido paliar esa necesidad por medio de encuentros en entornos digitales que, sin duda, han contribuido de forma diferencial a mantener la esperanza y la actividad económica en estos tiempos tan difíciles. Pero ahora que, afortunadamente, la situación ha mejorado drásticamente gracias a las vacunas y vemos la luz al final del túnel, regresar a los mercados se antoja indispensable para recuperar la antigua normalidad y progresar juntos hacia el futuro.
