La primera mujer que rodó documentales en la Italia de la posguerra y que aún hoy, con 93 años, sigue en activo, tendrá un hueco especial en la 17ª edición del certamen, que se celebrará entre los próximos días 6 y 14 de noviembre.

La 17º edición del Festival de Sevilla repasará la trayectoria Cecilia Mangini, cineasta y fotógrafa, creadora adelantada a su tiempo que cultivó la no ficción en Italia.
El certamen reconocerá el talento y la sólida filmografía, muy poco proyectada fuera de su país, de la directora y fotógrafa, con un ciclo que incluirá dos programas con una docena de cortometrajes y el estreno de su última película Due scatole dimenticate (2020). Además, el festival también organiza, en formato virtual, la que será la primera exposición de su obra fotográfica en España, Cecilia Mangini. 36 disparos una muestra con algunas de las más bellas imágenes de una Italia en ruinas que se reconstruía tras la guerra y la muerte de Mussolini, así como otras instantáneas fruto de una fértil y nunca acomodaticia trayectoria profesional, entre las que se incluyen retratos de gigantes del cine como Fellini, Pasolini o Chaplin.
Hija de padre socialista y de madre con título nobiliario, una mezcla de orígenes de difícil convivencia en la convulsa primera mitad del siglo pasado, vivió desde pequeña los enormes contrastes entre la tierra paterna, la Apulia, marcada por la miseria, y la materna, la rica Toscana. Pero Mangini eligió pronto, alejándose del fascismo propagado en las escuelas de su país y abrazando rápidamente los preceptos de la izquierda, autoetiquetándose posteriormente como anarquista. Esa ideología se aplicó a su mirada, tanto en sus películas como en su trabajo fotográfico. La cineasta define sus documentales como libertarios, poniendo el foco en las diferencias sociales y enfrentándose a un gobierno conservador de profundas raíces religiosas. Sus ideas políticas y su personalidad rebelde no sólo la enfrentaron a la censura, sino también al papel de las mujeres en un mundo de hombres.
Curtida en el trabajo de calle con su cámara al cuello, e influenciada por el neorrealismo de Rossellini y De Sica, llegó al cine a partir del encargo que le hizo a Pier Paolo Pasolini de unos textos que posteriormente ella convertiría en Ignoti alla città (1958), un corto documental que ponía imágenes a la preocupación del mítico artista italiano por los jóvenes de la periferia y su mundo marginal. Un trabajo en aquel momento que chocaba contra el rol preestablecido que se esperaba de ella por ser mujer, mediante el cual se rebeló contra la censura del gobierno italiano y los convencionalismos de la época. La colaboración con Pasolini se amplió más tarde con Stendalì (1960) y con La canta delle marane (1961). Tan desoladores como poéticos, los tres cortos se podrán ver en el Festival de Sevilla.