Jesús Mateos: “Nuestro objetivo es generar experiencias que vayan más allá de la sala de cine tradicional”

7 julio, 2017

El mes de marzo, ofrecimos un reportaje bajo el título “Sunset Cinema: el Cine sin límites”. En él informábamos de un modo amplio sobre las actividades de Sunset Cinema, una empresa creada en 2014, especializada en el diseño, programación y producción de eventos cinematográficos. Tras el éxito cosechado a lo largo de su corta vida con sus innovadoras iniciativas (Au revoir, Palafox; Cibeles de Cine; Voodoo; Seagram’s Cinema o Iberostar Open Air Cinema), entrevistamos a su director, Jesús Mateos, para conocer en profundidad sus actividades y próximos proyectos.

Jesús Mateos, director de Sunset Cinema

Cine&Tele. ¿En qué proyectos está actualmente inmerso Sunset Cinema?

Jesús Mateos: En los últimos meses hemos puesto en marcha en el centro de Madrid el proyecto Gran Vía es Cine, que nace gracias a las energías de las que nos contagiamos durante el tributo de despedida al cine Palafox, que se produjo durante su última semana de apertura al público. Durante ocho días, alrededor de 15.000 amantes del cine en Madrid quisieron unirse a la despedida de la última gran sala del cinéfilo barrio de Chamberí. En el devenir de esos días nos contagiamos de ese sentimiento de los asistentes, y decidimos tratar de encontrar una forma de dar continuidad a ese espíritu y así mantener vivo el legado del Palafox. Nuestra mirada se dirigió rápidamente hacia la Gran Vía, una de las grandes arterias culturales de la ciudad, que no hace ni veinte años alojaba a catorce grandes cines y en la que en la actualidad sobreviven únicamente tres. Sentimos que teníamos involucrar a esos tres grandes cines en un proyecto común y así es como nació Gran Vía es Cine.

C&T.: ¿En qué consiste exactamente este proyecto?

J.M.: El objetivo final es poner de relevancia la importancia cinematográfica de la Gran Vía en la vida cultural de la ciudad de Madrid, animando a todos los madrileños a re-enamorse de sus cines mientras disfrutan de grandes obras maestras en sus espectaculares salas. Como nosotros decimos, se trata de un proyecto de “revitalización” de la identidad y actividad cinematográfica de la Gran Vía. Para ello vamos a celebrar una sesión al mes en cada uno de los tres cines, y cada sesión estará diferenciada de las demás. Hemos creado la sesión Sunset Cinema Gold para el Cine Capitol en la que proyectamos “Cine Clásico de Oro”; por otro lado está la sesión Sunset Cinema Cult,  donde proyectamos “Cine de Culto” en el Cine de la Prensa; y por último está la sesión Sunset Cinema Matinée, en los Cines Callao, donde buscamos la nostalgia y proyectamos en un día del fin de semana en horario matinal cine clásico de los 80 y 90, dirigido a las familias y a un público adulto que le apetezca revivir las películas de su infancia en pantalla grande. En mayo hemos proyectado Sonrisas y Lágrimas en el Cine Capitol, Los Goonies en Cines Callao y La Naranja Mecánica en el Cine de la Prensa. Y en junio vamos a proyectar Reservoir Dogs, coincidiendo con el 25 aniversario de su estreno, en el Cine Capitol; La Vida de Brian, en el Cine de la Prensa; y La Princesa Prometida en la sesión matinal de Callao.

C&T.: ¿En qué otras iniciativas estáis trabajando?

J.M.: Seguimos preparando la reapertura del Cine Alba con el equipo de El Imparcial, con una apertura prevista para septiembre.  Estamos convencidos de que será un espacio de referencia para los amantes del cine de Madrid, con una programación compuesta principalmente por cine de repertorio y muchos eventos y ciclos temáticos que, además, se apoyarán en una atractiva oferta de hostelería y de ocio. Por otro lado tenemos Cinematessen, el proyecto gastronómico en el que llevamos meses trabajando y con el que buscamos generar sinergias con otras marcas. Es una experiencia en la que mezclamos cine con gastronomía sensorial, un proyecto muy innovador y con mucho potencial, con el que conseguimos que los espectadores degusten, literalmente, el contexto de sus películas favoritas. Para ello vinculamos las emociones a recetas y sabores en colaboración con el estudio gastronómico The Gourmetillo Food Studio. Y todo ello combinado con bebidas y cócteles. Ya son varias las marcas que nos han solicitado este evento para sus clientes, como por ejemplo Mastercard o Seagram’s Gin.

Especial David Bowie organizado por Sunset Cinema

C&T.: ¿Y para el verano tenéis algo más inmediato?

J.M.: En junio arrancamos con Seagram’s Rooftop @ Casa Suecia en una de las azoteas más espectaculares y cotizadas de Madrid, la del Hotel NH Collection Madrid Suecia, en pleno centro de la ciudad. Será un espacio gestionado por la marca de ginebra con identidad neoyorkina, donde cada miércoles contarán con nuestros servicios para organizar sesiones boutique para unas 50 personas, proyectando películas esenciales de la ciudad de Nueva York, como Manhattan, Taxi Driver, Cuando Harry encontró a Sally, El Apartamento o Desayuno con Diamantes. Además, el evento temático contará con otros atractivos como una oferta  gastronómica con recetas y cócteles típicamente neoyorkinos, así como sesiones musicales con sonidos de la Gran Manzana.

Saliendo de Madrid, durante el primer fin de semana de julio nos trasladamos al espectacular centro cultural Lienzo Norte, en Ávila, para dar la bienvenida al verano con una programación de películas muy refrescantes para esas fechas, como Grease, ET El Extraterrestre y Dirty Dancing. Se trata de una colaboración entre Sunset Cinema y Pequeño Cine Estudio, el mítico cine de arte y ensayo de Madrid, que nos ha abierto las puertas de Lienzo Norte. Nuestro objetivo es implantar una residencia mensual a lo largo de todo el año, donde un fin de semana al mes podamos llevar grandes clásicos a la ciudad de Ávila. Y ojalá que a muchas otras ciudades de España en un futuro próximo, por lo que estamos abiertos a todo tipo de propuestas.

C&T.: ¿Dónde están los límites para este tipo de experiencias cinematográficas?

J.M.: Cuando sacas el cine de las salas, los límites los establece el presupuesto, nunca la imaginación. Nos encontramos, por ejemplo, con un gran problema de acceso a los espacios públicos. Estos están muy invadidos por los usos corporativos y los alquileres son altísimos, lo que no es lógico en espacios que deberían resultar accesibles para usos culturales de calidad. En otras ciudades estas trabas son menores, pero en Madrid este problema se agrava, lo que hace que trabajar de forma independiente sea prácticamente imposible. Las marcas se han introducido en el territorio de la Cultura y para acceder a espacios culturales muchas veces tienes casi la imposición de aliarte con un patrocinador para poder hacer frente a los alquileres. Al final esto lleva a negociaciones que complican nuestra labor y me preocupa que estas prácticas puedan terminar por viciar el espacio de la Cultura. He de decir, sin embargo, que desde hace unos meses hasta ahora, voy notando un progresivo cambio de actitud en la gestión de los espacios públicos, y parece que la situación va poco a poco resultando más coherente. Ya hay espacios públicos que empiezan a ofrecer grandes descuentos para actividades culturales o que en vez de cobrar un alquiler fijo comparten el riesgo cobrando a través de fórmulas de porcentaje sobre los ingresos. Y esto se agradece y esperamos que continúe así.

Sin embargo, cuando nosotros empezamos tuvimos que asumir desde un primer momento que la supervivencia de nuestro proyecto estaba ligada al apoyo de otras marcas, ya que no podemos generar eventos espectaculares y sobrevivir únicamente con los ingresos de taquilla y bar. Esto se debe también en gran parte a que la apreciación por el cine y la cultura se ha devaluado mucho en España, especialmente debido a la crisis y a la piratería, lo que nos supone tener que vender las entradas a por un precio inferior al de su coste real, para no causar rechazo y resultar más asequibles. Por ejemplo, en Londres, ciudad en la que he vivido y trabajado durante casi siete años, el precio de las entradas de proyectos similares a los nuestros es igual o superior al de una entrada de cine. Y el público lo paga felizmente ya que entienden que en un evento especial se incurre en grandes costes adicionales. Sin embargo, esto no se aprecia tan fácilmente en España, y creo que nos va a costar muchos años ir cambiando progresivamente esta valoración y reconocimiento del esfuerzo y del riesgo económico que corremos los promotores culturales independientes.

C&T.: ¿Cómo conseguís los derechos para proyectar películas en público?

J.M.: Conocemos muy bien cómo funciona la distribución y negociamos cada película con su distribuidora correspondiente, ya sea, por lo general, con una major americana o con una distribuidora nacional. A veces queremos programar una rareza y tenemos que hacer una intensa búsqueda hasta dar con el propietario de los derechos y con una copia de la película, pero nos alegramos mucho cuando finalmente damos con ese preciado tesoro. En el lado opuesto, hay algo que nos apena mucho y es cuando queremos programar una película muy conocida perteneciente a una distribuidora muy conocida también, pero no podemos porque no existe una copia disponible. La digitalización del cine, es decir, la transición del celuloide (35mm por lo general) al digital (DCP) ha supuesto muchas ventajas pero también conlleva algunos problemas, especialmente para aquellos que trabajamos con catálogos de películas clásicas. Nosotros no somos integristas del formato: nos interesa mucho más la experiencia social y cultural que se genera al reunir a un grupo de personas para que disfruten de forma colectiva de una película enfrente de una gran pantalla, que el formato en que es proyectada esa película (siempre y cuando existan unas condiciones de imagen y sonido óptimas). Es por ello que, en el caso de no existir una copia en 35mm o en DCP disponible, preferimos proyectar una película en Bluray antes que no proyectarla. Esto está muy normalizado en otros países, especialmente cuando son películas clásicas que no compiten directamente con los estrenos de la cartelera actual, y cuando esas proyecciones/eventos tienen un marcado carácter sociocultural que muchas veces no tienen lugar ni siquiera en cines tradicionales (como es el caso de muchos cines de verano o cines pop-up). Pero parece que esto no es suficiente para algunas distribuidoras en nuestro país y al final, aunque nos pese muchísimo, hay grandísimas películas que no podemos programar y de las que el público no podrá disfrutar de nuevo en pantalla grande. Confiamos en que cada vez se vayan digitalizando más y más títulos clásicos, y que también haya una mayor apertura y entendimiento por parte de algunas distribuidoras, también en su beneficio, hacia aquellos proyectos que trabajamos con y por el patrimonio del cine, así como conceptos innovadores de exhibición y de captación/fidelización de audiencias, sobre todo en un momento en el que cada vez más personas van sacando a las salas de cine progresivamente de sus vidas en favor del consumo de películas a través de internet o de plataformas de video on demand, las series, los videojuegos y muy probablemente de la realidad virtual en un futuro muy próximo. Nos encontramos en un momento en el que la industria cinematográfica debe estar más unida que nunca, y receptiva ante las propuestas de los que aún queremos y trabajamos para que las películas se sigan viendo en una pantalla de cine.

 

 

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