La tarifa plana en España

15 julio, 2019

Unos días después de la publicación del reportaje firmado por Alejandra Mújica sobre la Tarifa Plana para Cines en Estados Unidos, recibimos dos llamadas telefónicas aportando datos sobre este asunto en España.

Cinecito

La primera de ellas ha sido de Juan Campos, quien en 1990 y gracias a su gran experiencia en el área de la producción y la distribución, registró a su nombre el ‘Carnet-Tarjeta Cinematográfica’, que funcionaba como un abono, abaratando el precio de la entrada a los espectadores.

A lo largo de los siguientes años, Juan Campos registró varias modalidades de explotación de esa tarjeta y fue incorporando la figura del “patrocinador exclusivo”. Este “patrocinador exclusivo”, que tendría el beneficio de la promoción de su marca,  firmaría un acuerdo con los cines para que sus clientes pudieran asistir a la proyección de una serie de títulos, con la entrada a un precio inferior.



Con este sistema se obtendrían varias ventajas, tales como la venta de número masivo de entradas, y que el espectador no tuviese que pagar en efectivo en taquilla (eliminando las colas). Por su parte, la empresa patrocinadora estaría en posesión de un gran número de datos de los consumidores de sus productos.

Juan Campos

En 2010 Juan Campos se unió a una conocida consultora española y mantuvo reuniones con diversos operadores de telecomunicaciones y otras grandes empresas de implantación nacional dedicadas al comercio.  Hasta el momento, ninguna de ellas ha tomado la decisión final para su puesta en marcha.

La segunda llamada ha sido del presidente de la Fundación Lumière, Antonio Mayoralas, quien nos recordaba los principales hitos de la tarjeta Cinecito. En 1996, años antes de las experiencias de Virgin (Reino Unido) y UGC (Francia), mediante un acuerdo firmado con la Federación de Entidades y Empresarios de Cine de España, siendo entonces su presidente José ‘Pepo’ del Villar, se creó la tarjeta Cinecito.

Antonio Mayoralas

Gracias a ella y a sus múltiples patrocinadores, entre 1996 y 2002 estuvo activa y se vendieron 250 millones de unidades con asistencia a los cines de más de 25 millones de espectadores. Un fallo en el control de la adquisición de estas tarjetas dio lugar a un fraude de importantes dimensiones; un riego que también apuntaba Alejandra Múgica en su reportaje sobre la situación en Estados Unidos, cuando se refería al caso de Sinemia.

Así terminó la exitosa carrera de uno de los mejores —quizá el mejor— sistema promocional que nunca antes había tenido la exhibición española.

“En el momento actual, si se volviera a utilizar la tarjeta Cinecito para comprar entradas, estas tendrían el carácter de solidarias a través de la Fundación Lumière (actual propietaria de la marca ‘Cinecito’) y tanto empresas como particulares podrían beneficiarse de una deducción fiscal de entre un 35 y un 70 por ciento”, afirma Mayoralas.

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