El cineasta sevillano Benito Zambrano, que ha iniciado la grabación de Intemperie, ha tardado siete años en poder volver a rodar un largometraje de ficción. Producida por Morena Films y Áralan Films, la película está basada en la novela homónima de Jesús Carrasco, y cuenta en su reparto con Luis Tosar y Luis Callejo.

La novela Intemperie fue uno de los fenómenos más importantes de la literatura española de 2013. El debut del pacense afincado en Sevilla Jesús Carrasco se saldó con 20 ediciones y 82.000 ejemplares vendidos en España, publicación en 30 países con traducción a 15 idiomas y bestseller en países Holanda e Italia. Una prosa dura que la crítica emparentó con clásicos españoles como Delibes o Cela o autores contemporáneos como Cormac McCarthy.
Ahora llega la adaptación al cine de esta prestigiosa obra, que ha levantado Morena Films (Campeones, Yuli). Coproduce Áralan Films (Quién te cantará, Los niños salvajes) y cuenta con el apoyo de RTVE y Movistar+.
«Es un thriller visceral con ecos de western«, declaró el productor Juan Gordon a Variety, añadiendo que está ambientado en «un contexto rural pobre, iletrado y miserable», un lugar en el que «el tiempo se ha detenido dentro de una atmósfera de sequía y polvo«.
Han confiado para dirigir el proyecto en el sevillano Benito Zambrano, que por fin rueda su cuarto largometraje de ficción tras Solas, Habana Blues y La voz dormida. De este último trabajo han pasado nada menos que siete años. El cineasta tiene, eso sí, pendiente de estreno su documental Caballos locos, un documental sobre la crisis económica desde el punto de vista de las víctimas.
El guion adaptado ha sido escrito por Pablo y Daniel Remón. En el equipo técnico podemos destacar a Pau Esteve (Caníbal, La peste) como director de fotografía y a Manolo Limón (Ocho apellidos catalanes, Que baje Dios y lo vea) como director de producción. En el reparto podemos encontrar a actores como Luis Tosar, Luis Callejo, Vicente Romero y Kandido Uranga.
Ambientada en la posguerra española, el film sigue a un niño escapado de casa, que escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres que le buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir. Sus pasos se cruzarán con los de un pastor y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos.