Cineytele PRO entrevista a Jairo López, productor de La Hojarasca, la aclamada película dirigida por Macu Machín. Grabada en los paisajes únicos de La Palma, la cinta ha triunfado en festivales como la Berlinale y los Premios Feroz, y compite ahora en los European Film Commissions Location Awards, llevando el impacto del volcán Tajogaite al panorama internacional.
La Hojarasca, producida por El Viaje Films y dirigida y guionizada por la canaria Macu Machín, no deja de cosechar éxitos. Ha conseguido premios y nominaciones en la Berlinale, el Festival de Málaga y los Premios Feroz. La película cuenta la historia de tres hermanas que se ven envueltas en un conflicto por una herencia, a la que acceden de una manera “sobrenatural”.
Grabada en la Isla de La Palma, y protagonizada por la propia familia natural de la directora, acaba de entrar en la shortlist de los Premios europeos a la Mejor Localización que concede la European Film Commissions Network. El certamen reconoce cada año, desde 2017, a través de un jurado compuesto por destacados profesionales de la industria audiovisual, los escenarios más relevantes para los rodajes de películas y series.
La isla de La Palma, junto con otras 4 localizaciones en Europa, Alemania, Austria, Malta y Noruega, forma parte de la selección de los “Location Awards”. Desde el Gobierno de Canarias y el Cabildo de La Palma, se activa una
campaña promocional para animar al voto del público, hasta el día 31 de enero. Jairo López es uno de los productores de la cinta.
El Volcán Tajogaite y Cumbre Vieja están de nuevo de máxima actualidad a nivel internacional gracias a una película de presupuesto reducido como La Hojarasca. ¿En qué medida condicionan los escenarios la narrativa?
La Hojarasca es una película indisociable del territorio que representa, porque Macu Machín la concebió así. Desde El Viaje Films confeccionamos un diseño de producción que permitiera en todo momento que la realidad del lugar y las protagonistas permeara en la imagen. Por eso el rodaje se dividió en varias etapas de filmación. En general, desde El Viaje Films nos obsesiona ese compromiso con lo real, pero no de una manera purista, sino para tensionarlo al máximo, porque en esa fricción inestable es donde nos sentimos cómodos para crear, y poder hacer, ficciones con elementos de lo real y documentales ficcionados.
¿Qué aporta en concreto la explosión a la trama, al éxito de la cinta? ¿Estaba contemplado algo así en guion?
La explosión del volcán Tagojaite sucedió en medio de las fases de rodaje de la película. Ya habíamos filmado unas semanas y estábamos montando este primer material cuando la tierra se abrió de repente. Hablamos con Macu Machín, y todos tuvimos claro que era una oportunidad absolutamente única de incorporar a la película un suceso que simboliza perfectamente la metáfora de la historia: esa tensión entre los sentimientos que se mueven debajo de la superficie, que se van larvando y acumulando, hasta que llega un punto en que se desbordan y se desatan, y cuando lo hacen lo cambian todo, para bien y para mal.
También nos venía como anillo al dedo, porque en la película los personajes están todo el tiempo dando vueltas al reparto de la herencia de unas tierras que ahora quedarán sepultadas por el volcán, lo que explicita el sinsentido de esa discusión interminable, y refuerza la idea de que lo importante son, precisamente, los sentimientos y los lazos familiares.
Desde el guion estuvo siempre la idea de algo natural que se desata al final, como una tormenta. De hecho, el clima hostil es algo que nos esforzamos por representar en todo momento: la bruma, la niebla, las grajas volando, etc. Y en sonido se combinaron planos de ladridos de perros o temblores de tierra con el fin de anticipar al espectador de que algo extraño y telúrico está por venir.
Hablemos sobre el proceso de rodaje, no todos los días tenemos un plató natural de estas magnitudes, pero también hay que ser conscientes de la emergencia y peligrosidad que supone. ¿Cómo se vivió el proceso de rodaje?
El rodaje fue muy complicado. Montamos una unidad de filmación especial para la parte del volcán, donde se incorpora la directora de fotografía Zhana Yordanova, y nuestros amigos de La Banda Negra para el sonido. Era imposible acercarse al cono que se iba formando y creciendo día a día. Estamos hablando de los primeros días de la erupción, porque en ese momento nadie sabía cuánto iba a durar (finamente fueron tres meses). La situación en la isla era de emergencia total. No podíamos interferir en lo más importante, que era la labor de vigilancia y evacuación de las zonas de población afectadas. Además, teníamos que integrar a nuestras protagonistas junto al volcán. Para ello buscamos otra vivienda cerca del volcán, gracias a la colaboración de la también cineasta palmera Estrella Monterrey. Y luego, desde el coche, siguiendo por la carretera más cercana al volcán. En conjunto, fueron varias jornadas muy intensas. Agradecemos a las autoridades palmeras y al pueblo de La Palma toda su ayuda con nosotros en esos momentos. Meses después, continuamos con la fase final del rodaje con más calma con el resto de las secuencias, y luego con el montaje. Curiosamente, el final del proceso de montaje nos llevó de nuevo a la isla, donde reside la montadora Emma Tusell. Fue un camino de ida y vuelta.
¿Y a nivel presupuestario, cuál ha sido la incidencia en el proceso de la película?
Significó un nuevo rodaje, unos costes que no estaban desde luego previstos, pero en el cómputo general ha aportado mucho más a la cinta de lo que invertimos. Montar todo esto en efectos visuales se nos habría pasado de presupuesto…
¿Constituyó una oportunidad la incorporación de la explosión?
En ese sentido, fue una gran y maravillosa oportunidad. Pero no queríamos que ese acontecimiento extraordinario, de asistir a la erupción de un volcán, fuera algo impostado o se acabara imponiendo al drama emocional de la película. Por eso, en montaje dosificamos mucho las imágenes del Tajogaite, tratando de no caer en el arrebato que producen. Lo que nos interesaba era cómo afectaban a las relaciones de nuestras protagonistas, a su cotidianeidad, a su mundo, y queríamos que funcionara como vehículo para llegar al clímax emocional de la película.
Sin duda, una tragedia como la que vivieron los habitantes de La Palma parece que ha dado
algo de luz, a través de la industria audiovisual. ¿Cuál es el mensaje con el que nos quedamos?
La explosión del Tajogaite fue un shock para la isla, pero desde el punto de vista audiovisual ha significado un indudable revulsivo. Fueron muchos los que se acercaron a registrar el acontecimiento (como ya hicieron otros cineastas canarios en la anterior explosión volcánica del Teneguía en 1971), e incluso a mirarlo e integrarlo en películas. Está también el fantástico documental Un volcán habitado de José Víctor Fuentes y David Pantaleón, o la película que está preparando la cineasta palmera Mercedes Afonso. Incluso el tema del volcán, en su versión más hiperbólica, forma parte de series internacionales que están ahora en Netflix. Y esos son rodajes que generan mucha economía local. Aunque ha habido un gran drama colectivo por la inmensa cantidad de viviendas y terrenos sepultados, un volcán es, al mismo tiempo, un nuevo territorio y un nuevo comienzo.
Como productora, ¿qué destacarías como puntos fuertes para rodar en las Islas Canarias y en concreto en La Palma? ¿Qué aporta la isla a la producción cinematográfica??
La Palma cuenta con una orografía muy especial. Para los que necesitan algo único y diferente, es un lugar que deberían mirar. La isla tiene una gran variedad de paisajes, bosques, volcanes, carreteras, pequeñas ciudades, una costa muy singular, etc. Para nosotros lo que más nos gusta de todas las islas son esas zonas de medianías, que es donde los canarios hemos hecho tradicionalmente la vida, pero que están fuera de la imagen que exportamos turísticamente. Ese entorno rural, sus gentes, sus modos de vida propios y a la vez atemporales, como suspendidos
en un limbo, que pueden parecer de otro tiempo o evocar otros países. Eso es lo que nos más interesa en nuestro caso.
Otro aspecto es la singularidad de la isla. Un amigo de La Palma me decía que era la primera vez que escuchaba el acento palmero en el cine. Esto es algo muy especial y muy importante desde el punto de vista identitario, porque el acento es un patrimonio cultural de primer orden, y es diferente al del resto de Canarias. Todo eso contribuye a que haya algo único en La Hojarasca.
