Retomamos los reportajes dedicados a las bodas de plata de la televisión por cable en España y las impresiones de varios de los pioneros de esta iniciativa. Primero fue Carolina Godayol quien nos comentaba sus impresiones. Tras ella, era Felipe Palacios quien hablaba con Cine&Tele. Ahora le toca el turno al fundador de Procono, Antonio Carrillo, quien nos cuenta su aventura empresarial.
Antonio Carillo, alma mater de Procono desde su creación con un capital social mínimo en Córdoba hace ya casi 35 años, ha construido sin cambiar de nombre ni de composición accionarial un imperio de telecomunicaciones valorado en varios cientos de millones de euros en el que trabajan más de 500 personas.
Trabajo, trabajo, trabajo y buen ojo para elegir el momento justo en el que iniciar movimientos. Este podría ser el resumen de la extensa peripecia empresarial de Antonio Carrillo, iniciada con poco más de medio millón de pesetas en 1980, justo cuando aparecían en el mercado español los primeros reproductores domésticos de videocasetes.
“Un grupo de promotores de lo que entonces comenzaba a conocerse como video comunitario, nos presentamos en el Ministerio de Cultura para pedir información sobre la legislación existente al respecto”, comienza comentando Antonio Carrillo. “Como respuesta, se nos entregó un informe donde se afirmaba que, siendo este un servicio dirigido a domicilios particulares –y por lo tanto, sin acceso al público en general- no era necesario firmar nuevos contratos por derechos de autor”. Por otra parte Carrillo añade que “tampoco era necesario solicitar una licencia para emitir televisión, porque la difusión vía cable no ocupa espectro radioeléctrico, cuyo uso sí que estaba, y continúa estando, sujeto a concesión administrativa”.
Antonio Carrillo continúa: “así que nos pusimos manos a la obra y en un plazo mínimo habíamos alcanzado ya un número considerable de abonados en Córdoba, luego en Málaga, Sevilla, Valencia y algunas zonas de Madrid. Hay que tener en cuenta que España era entonces un desierto televisivo, donde solo existían los dos canales de TVE, y eso hacía que en los domicilios se nos recibiese con agrado, ya que veníamos a darle un poco más de vida al televisor”.
Cine &Tele: ¿Cuál fue la reacción de los distribuidores de video doméstico y de los videoclubs ante este nuevo tipo de oferta?
Antonio Carrillo: Evidentemente, no nos podían ver con buenos ojos. Y eso que para la emisión de películas en nuestras redes de cable utilizábamos en muchos caso títulos que ya llevaban varias semanas en alquiler en los videoclubs. Por otra parte, casi desde el primer momento nos unimos varios empresarios e intentamos negociar con productores y distribuidores de películas, pero no nos quisieron recibir. Llegamos a viajar incluso a Los Ángeles en busca de acuerdos que nos permitiesen desarrollar nuestro servicio, pero también fue inútil.

C&T.: ¿Cuál fue el siguiente paso?
A.C.: Contratamos los servicios de Manuel Clavero Arévalo, abogado sevillano que había sido Ministro de Cultura con el gobierno de Adolfo Suárez, en su etapa de UCD. Apoyándose en el artículo 20 de la Constitución Española, referido a la libertad de expresión, y también en la inexistencia de legislación al respecto en la Ley de Propiedad Intelectual, LPI, vigente entonces, se inició un procedimiento que duró cinco años, de 1983 a 1988, y que llegó hasta el Tribunal Constitucional. Durante ese tiempo, pudimos continuar ofreciendo nuestros servicios, pero una nueva redacción de la LPI, creo recordar que aprobada en 1988, hizo que nos uniésemos 120 redes de cable de toda España y creásemos BTV Europa, S.A., con la única misión de adquirir derechos de emisión de películas mediante la firma y el pago de los correspondientes derechos. Algo que se pudo realizar al fin con algunas distribuidoras independientes de video doméstico instaladas en España. BTV Europa, de la que fui presidente, proporcionó una programación de cierta calidad a las redes asociadas, que sumaban entonces casi 400.000 abonados, aunque la cifra de abonados a la televisión por cable en España por aquellos años, puede que llegase al millón. La llegada de Galavisión primero y luego del Canal Hollywood hizo que esta búsqueda desesperada de contratos para emitir películas pasase a la historia como un mal recuerdo.
C&T.: Y todo esto sucedía mucho antes de que llegasen las televisiones autonómicas, las privadas…
A.C.: Efectivamente. Nos adelantamos y ofrecimos al mercado español lo que el mercado español estaba demandando a gritos, esto es, una programación más variada de televisión. Por 1.000 pesetas al mes, una familia podía disfrutar de informativos locales, una película nueva cada noche y una película X por semana, los sábados a partir de medianoche.
C&T.: La Ley General del Cable, promulgada en los últimos meses del gobierno de Felipe González, estuvo a punto de acabar con vuestras empresas, ¿no es cierto?
A.C.: Era una Ley que se escribió para favorecer la entrada en la televisión por cable a las grandes compañías eléctricas. Se exigían condiciones que ninguno de nosotros podíamos cumplir: avales por mil millones de pesetas, compromiso de inversión en despliegue de redes de varios miles de millones, obligatoriedad de dar servicio hasta el último rincón de enormes demarcaciones…
C&T.: ¿Cómo pudiste superar este reto?
A.C.: El territorio andaluz había sido repartido entre dos grandes eléctricas: Unión Fenosa que, tras pactar con Multitel (una red de cable que Eugenio Galdón poseía en Valencia, como socio con experiencia
en el negocio) se quedó con Almería y Cádiz, y el resto fue para Endesa, que al igual que Unión Fenosa, necesitaba de un socio que conociese el sector. Fue entonces cuando se pusieron en contacto con Procono, ofreciéndonos formar parte del accionariado de la nueva empresa junto con una compañía Argentina y la mayoría de las cajas de ahorros de las provincias afectadas. De esta forma entramos en Supercable Andalucía con el 10% del capital social en forma de aportaciones (como base de abonados y experiencia en el negocio).
Pero ni Endesa ni las Cajas de Ahorros tenían verdadera vocación para explotar el negocio de la televisión por cable, que entonces proporcionaba unos beneficios ridículos en comparación con la masa de dinero que unos y otros movían. Así que Supercable duró lo que duró y, cuando fue absorbida por AUNA, recompraron el 10 por ciento a un precio que, entonces, nos permitió afrontar la nueva era que llegaba: llevar internet a nuestros abonados.
C&T.: Internet revolucionó todo el negocio por la televisión por cable…
A.C.: Así fue. De pronto nos vimos todos inmersos en grandes inversiones en infraestructura para conseguir que nuestros abonados tuvieran acceso a internet y servicio de telefonía de alta calidad y a un precio por debajo del que ofrecían los grandes operadores. Nuestra ajustada estructura, nuestro control de costes y nuestra proximidad al usuario han hecho que todo esto haya sido y siga siendo posible. Por ejemplo: todas las incidencias que nos comunican nuestros clientes son resueltas en menos de tres horas de promedio.
Tampoco hay que olvidar la buena gestión llevada a cabo en compras. Uniéndonos muchos de nosotros para adquirir caudal de internet, cabeceras digitales, etc., hemos conseguido unos precios verdaderamente interesantes. Precisamente, continuando con esta vocación de servicio común hace ya casi 10 años que PTV Telecom también provee de acceso a Internet, interconexión y conmutación telefónica, financiación sin intereses en la compra de equipamiento de fibra, etc., a muchos de los operadores de cable de España.
C&T.: ¿El futuro de Procono pasa por…?
A.C.: Actualmente nos encontramos con un sector que tiende a la concentración de empresas, es decir, el consumidor se encuentra con menos posibilidades entre las que elegir y frente a compañías cada vez más grandes. Este hecho hace que el cliente demande a gritos un trato más personalizado, más cercano, lo cual permite que operadoras como PTV Telecom, representen una elección de confianza para un gran número de hogares españoles. Este es nuestro gran reto para los años venideros transmitir al mayor número posible de familias, en el mayor número de territorios posibles, nuestra forma de entender el servicio de telecomunicaciones, con el objetivo claro de convertirnos en la opción líder en el mercado local.
Por ello, estamos encantados de compartir todo nuestro know-how con aquellos empresarios que proyecten instalarse en las miles de poblaciones españolas que aún no tienen operador local de telecomunicaciones. Cualquier población de más de 5.000 habitantes es un buen lugar para hacer negocio y ¡ojo! estamos hablando de rentabilidades anuales superiores al 25 por ciento si se gestiona de forma eficiente.