La pasada edición de la Fiesta del Cine en España fue algo así como la punta del iceberg del debate sobre un nuevo modelo en la explotación de las películas. Términos como “ventanas”, “porcentajes”, “precio variable”, “tarjetas de abono”, etc., que hasta ahora se utilizaban solamente en las reuniones de expertos han pasado a formar parte del coloquio popular.
Desde que el cine fuera el único medio de entretenimiento al alcance de todo el público–algo que sucedió entre su invención y bien entrada la década de 1950 – hasta nuestros días, el retrato-robot de la sociedad occidental ha cambiado mucho. En comparación con la vida cotidiana de nuestros padres y abuelos, las nuevas generaciones han ido disponiendo paulatinamente de nuevas y numerosas alternativas de ocio que, enumeradas cronológicamente, podrían simplificarse en: televisión (diversos contenidos gratuitos a cambio de soportar largos cortes publicitarios), TV de pago (ídem, ídem, pero sin publicidad), motorización (turismo de corto y largo alcance), discotecas y clubs (facilidad de relacionarse con los demás), video doméstico (posibilidad de visionar películas en casa a cualquier hora), deportes y centros deportivos, videojuegos y, finalmente, Internet con sus múltiples capacidades para ocupar grandes espacios de tiempo de ocio con muy diversos contenidos y aplicaciones incluyendo, por desgracia, la de visionar películas a través de proveedores piratas.
A pesar de esta multiplicidad de competidores, el cine en su lugar original de disfrute –las salas– ha resistido bien, francamente bien: en España se ha pasado de los 400 millones de entradas vendidas por año en la década de los 50 a los 100 millones que rondamos actualmente y que se podrían estimar como umbral de estabilidad (Las cifras por debajo de 100 millones de entradas se pueden justificar sobradamente por la escasez de películas estrenadas con capacidad de convertirse en grandes blockbusters). En España el cine en las salas, hoy, no tiene rival que se le aproxime ni de lejos: el fútbol profesional sólo llega a vender unos 12 millones de entradas en los estadios de primera y segunda división por año.
A partir de aquí, todo lo demás está por ver. Estudiemos de uno en uno los asuntos que forman parte del debate.
Ventanas
La disputa por las “ventanas” de exclusividad en el turno de explotación de las películas según la categoría del medio utilizado se ilustra muy gráficamente con la confrontación recientemente habida entre Joth Fithian, presidente de la Asociación Nacional estadounidense de Propietarios de Salas de Cine, NATO por sus siglas en inglés, (la FECE norteamericana), y el presidente de NETFLIX, Ted Sarandos, durante el noveno Foro Anual de Cine Independiente celebrado en Estados Unidos, organizado por Indiewire.
Sarandos acusaba a los exhibidores de acabar con el negocio cinematográfico con sus inflexibles tiempos (ventanas de exhibición), alegando que le preocupaba “como los exhibidores tratan de estrangular la innovación y distribución, por lo que no solo van a acabar con los cines, sino también con las películas”. Por su parte, Fithian calificaba de “advenedizos del cine” a Netflix y a otras plataformas de VOD, afirmando que “Ted Sarandos destruirá las salas de cine como ya hizo con la venta de películas en DVD”, a la vez que aseguraba que “los alquileres baratos de películas se cargaron el negocio de los DVD y ahora Sarandos quiere matar a las salas también”.
Sobre la exigencia de Sarandos para que coincidan los estrenos en salas y en Netflix en el mismo día, el presidente de la NATO alegaba que “el único negocio que se vería ayudado por esta simultaneidad es Netflix. Si Hollywood hiciera lo que propone Sarandos, no habría muchas películas para los clientes de Netflix ni para nadie más. Desde el punto de vista empresarial, no tiene ningún sentido acelerar el lanzamiento de una película en el eslabón con menor valor económico de la cadena”. Netflix ha sido la última plataforma online en incorporase a la discusión sobre cómo debe evolucionar el modelo de explotación de una película. En el caso de la televisión, las cadenas tanto en abierto como de pago están facilitando mucho al espectador visionar sus series y programas fuera de programación, hasta el punto de que muchos espectadores olvidan el día y hora en el que se emiten estos espacios en el televisor y optan por verlos en las propias webs de los canales.
Las grandes cadenas estadounidenses de televisión animan al estreno multipantalla de las películas y ya hay muchas voces que argumentan que no es eficiente para los estudios invertir grandes sumas de dinero en publicidad para exhibir una película en las salas de cine y luego esperar medio año o más y volver a gastar de nuevo dinero en más publicidad para anunciar la venta de los DVD o vídeo bajo demanda para recordarle al espectador que el largometraje está a su disposición de esta manera, cuando ya ha pasado tanto tiempo desde su estreno.
Pero Fithian defendía el sistema actual como viable aportando datos que avalan esta teoría: “Este verano los ingresos en las salas crecieron un 9 por ciento. Las salas de cine generan el mejor retorno para la industria cinematográfica, debido al precio de la entrada porque aquí paga cada persona que quiere ver la película. Una entrada por persona”. Y continuaba: “Netflix genera un retorno mínimo para la industria del cine. Ted Sarandos es parcial; defiende el modelo de Netflix porque es su negocio. Yo, en cambio, defiendo los intereses del cine en general”.
Joth Fithian concluía manifestado que “no puedo criticar a Ted por intentarlo, pero sus ideas sobre los modelos de explotación cinematográfica no tienen ningún sentido; si continúan llevándose a cabo, destruirán la industria del cine”.
Desde Cine&Tele Online también defenderemos, en cualquier modelo de explotación futuro, la necesidad de contar con una “ventana” exclusiva para las salas. Otra cosa es que esta “ventana” se flexibilice en función de los resultados comerciales de cada película en su paso por las salas.
En este punto dedicado a las “ventanas” solo cabria añadir a lo dicho por John Fithian que la política de ventas de derechos de los estudios a otra de las “ventanas” (los canales de TV en abierto) ha sido y sigue siendo irresponsable (repetimos: irresponsable) por el enorme número de pases y su precio, muy por debajo del valor del producto.
Porcentajes
El reparto del coste medio de una entrada de cine, que en España es de 6,8 € (hay salas en las grandes ciudades que superan los 9 euros mientras que en pequeñas poblaciones se baja hasta los 5) depende, en primer lugar, del monto de los impuestos y tasas que esa entrada debe de soportar. Como ya es bien sabido, en España soportamos el mayor porcentaje de toda Europa por este concepto: el 24% (21% de IVA y 3% por derechos de autor). El 76% restante se reparte así:
– 33% para los exhibidores
– 30% para los productores
– 13% para el distribuidor
Este reparto reduce a tan solo el 30% del coste de la entrada a favor del productor, es decir 2,04 € por entrada. De aquí viene la imposibilidad de mantener de forma estable un precio por entrada de 2,90 €, tal y como se ha hecho en la V Fiesta del Cine, pues al productor le llegaría la ridícula cantidad de 0,6612 euros por entrada. Además, alguna distribuidora de las majors ha comenzado a cobrar en España un precio fijo por espectador, precio que se mueve entre los 3,5 y los 4 euros. De consolidarse esta práctica, que supone desterrar para siempre el tradicional reparto a porcentajes, a los exhibidores se les pondría la vida muy difícil. Su margen comercial se vería reducido, hasta quedarse en tan solo el 15 o 20 por ciento del precio de venta del ticket. No hace falta decir que esto supondría el cierre de todos los cines.
Precio variable (La Fiesta del Cine)
Tal y como declaraba Enrique González Macho, presidente de la Academia de Cine y propietario de los cines Renoir, al diario El País en relación con la Fiesta del Cine “no hagamos demagogia: fue un hecho excepcional con un precio excepcional, con una afluencia inmensa de público como se da en los festivales de cine, que llenan salas en ciudades que el resto del año están vacías. Somos conscientes de que esos 2,9 euros por entrada es un gesto al público, no una operación económica. Ese precio es inviable, pero es cierto: hay deseo de ver cine. No olvidemos que el cine tiene otros problemas: el mayor, la piratería. O que en el precio de la entrada un 24% es de impuestos y tasas. Una bajada que hiciéramos los dueños de los cines de 15%, que puede sonar grande, no repercute más que en algo más de un euro. Sí pido al público que busque salas con buenos precios: en Madrid se pueden ver películas de estreno a 5,50 euros, y por aún menos si posees una tarjeta de fidelización. Se impone un gesto universal, sin llegar a acuerdos, que están prohibidos por el Tribunal de la Competencia, de bajada de precios”.
También Fabia Buenaventura, Directora General de la Confederación FAPAE, manifestaba al citado diario que “hay que realizar un esfuerzo de ajustes de precios bien comunicado, y reducir el IVA, que de una tacada bajaría un euro el precio”. Continuando con las declaraciones de diversos representantes del sector al diario El País, Juan Ramón Gómez Fabra, máximo representante de la Federación de Empresarios de Cine de España, FECE, expresaba que “este año el fenómeno (la Fiesta del Cine) ha estallado porque hemos usado las redes sociales para la comunicación, porque se ha celebrado en toda España y porque hasta el año pasado la entrada se lograba habiendo comprado otra previamente: en esta edición solo hacía falta acreditarse. Es innegable que el espectador es sensible al precio, pero el precio puede verse de dos maneras: por la percepción que tenemos de él y por su valor real. La gente piensa que las entradas son caras, aunque en realidad es el precio neto más barato de Europa. El aumento del IVA fue la patada final cuando estás al borde del precipicio”.
Para el fundador y Consejero Delegado de la distribuidora A Contracorriente Films, Adolfo Blanco, responsable, entre otros éxitos, de ‘Intocable’, “no podemos dejar que se enfríe el momento: debemos aprovecharlo”, pero aunque es optimista, también es realista y, según sus propias palabras, “en España el cine está más amenazado que en ninguna otra parte del mundo”. Y, sin lugar a dudas, tiene razón, ya que los empresarios de cine, exhibidores, tienen varios frentes abiertos: el proceso de digitalización de salas, que no cuenta con subvenciones de ningún tipo y que acarrea una inversión considerable; el incremento del IVA y el alto nivel de piratería existente en nuestro país.
Precio variable (Otros matices)
Si hasta no hace mucho la idea de aplicar un precio por entrada diferente para cada película era algo totalmente impensable, cada día que pasa es mayor el peso de esta realidad: no es lógico pagar lo mismo (p.e. 7 euros) por ver una gran superproducción de docenas de millones de euros de presupuesto que por un film de pequeño presupuesto (en España el presupuesto medio por película está en 2,2 millones de euros y tiende a reducirse aún más) aunque el film de pequeño presupuesto sea una obra de arte y la gran superproducción solo sirva para pasar el rato.
Esta es una cuestión que solo depende de llegar a los acuerdos necesarios entre los productores, distribuidores y exhibidores. El tiempo lo dirá en breve, pues ésta es una cuestión de gran trascendencia, especialmente en los momentos de crisis y escasez de dinero de bolsillo para dedicar al ocio. Por supuesto, se mantendrán en el tiempo las diferencias de precio entre salas ubicadas en núcleos de población mayores y menores, tal y como se ha venido haciendo desde siempre. También se mantendrán los precios diferentes para salas de estrenos y de reestrenos.
Guerra de precios
Lo lamentable del caso es que, poco después de la Fiesta del Cine, se desataba una “guerra de precios” que no venía por el presupuesto de la producción, ni por si se proyectaba en 3D o por la ubicación de las salas, sino por la decisión de dos circuitos exhibidores, a los que luego seguirían otros. Así, a mediados de noviembre Yelmo Cines y Cinesa lanzaban una “promoción” por la que durante tres días (18, 19 y 20 de noviembre), los espectadores podían disfrutar de los últimos estrenos al precio reducido de 3,50 euros. A esta iniciativa se fueron sumando otros circuitos, cada uno fijando sus propios precios en las entradas, como el valenciano ABC Park, con las entradas a 3 euros; la andaluza Cinesur (3,5 euros para los beneficiaros de su Tarjeta 5), o la cadena OCine, con entradas a un precio de 3,50 euros, pero no para las películas en 3D o butacas VIP, que cobraban un suplemento aparte.
Los resultados volvieron ser apabullantes, con grandes colas en los cines con “promociones”. Pero la gran pregunta es ¿es rentable este descenso en los precios de las entradas en un tiempo tan limitado? Lo cierto es que comparando los efectos con días similares de otras semanas, sí se producen beneficios, pero también es cierto que, como apuntaba el responsable de un circuito “no sería rentable el mantener este precio de manera continua, por los grandes costes que tenemos los exhibidores, sin olvidar el tristemente famoso IVA”.
Esta guerra de precios naturalmente, enfadó mucho a las grandes distribuidoras, creando de nuevo una situación de alta tensión entre los exhibidores y los distribuidores. Esperemos que la sangre no llegue al río, y que de nuevo ambas partes se pongan de acuerdo para ofrecer al público las mejores películas, en las mejores condiciones y con el precio más ajustado posible.
Tarjetas de Abonos
Una solución que se va abriendo paso con gran velocidad es la de las Tarjetas de abono, equivalentes a la “tarifa plana” a la que se va acostumbrado el consumidor debido a las fórmulas comerciales puestas en marcha por otros proveedores de servicios, como telefonía móvil y fija. Esta fórmula de “tarifa plana” ha conseguido imponerse también en otros sectores de la industria, p.e., en las cuotas de abono a la televisión de pago o en los precios de adhesión a las plataformas VOD de distribución de películas a través de Internet.
Algunos ejemplos los encontramos en la cadena Renoir, que entre mayo y agosto, ofrecía un ciclo con las mejores películas del año (reestrenos) a un precio de 4 euros, que bajaba a 3 en el caso de ser socio. Por su parte, Cinesur lanzaba a finales de septiembre su Tarjeta 5 que permitiría ir al cine por cinco euros cada película durante un año, siendo titular de dicha tarjeta, que costaba 6 euros.
También los cines Ábaco-Cinebox se han sumado a esta moda, pero es un poco más restringida. Así, han puesto en marcha una promoción para que los menores de 13 años puedan ir al cine por 3,50 euros, que es válida para la primera sesión y matinales; los menores tienen que ir acompañados por un adulto, que paga el precio de la entrada al mismo importe que el día del espectador.
Otro ejemplo de este tipo de iniciativas lo protagonizan los Cines FullHD (Centro Comercial Splau) y los cines El Punt de Cerdanyola del Vallès que pusieron en marcha en enero de 2013 una tarifa plana, denominada “Tarja el Puntàs”, por la que un espectador puede ver todas las películas que desee durante un mes adquiriendo una tarjeta que cuesta 22,5 euros. Esa tarifa plana de cine es pionera en España y ya está funcionando en otros países de Europa como Francia, donde el 25% del número de entradas vendidas corresponde a este sistema. El responsable de los cines.
El responsable de los cines El Punt, Pere Sallent, explicó que esta tarifa plana «puede ser revolucionaria para la potenciación de la asistencia al cine en un momento en el que el gran problema del cine es que ha bajado la cantidad de espectadores que van a ver películas».
Laia Marsal, responsable del área de Marketing de Cinemes FullHD y El Punt, destaca que la tarifa plana que aplica los cines El Punt de Cerdanyola del Vallés es para todas las películas de estreno. Los cinemes FullHD ofrecen varias líneas de descuentos, bonos de 10 entradas a 65€, el día del espectador (martes) a 7€, el día de la fidelidad (jueves) a 4,70€. Para acceder a estos descuentos el espectador debe adquirir la tarjeta Fidelidad que es gratuita.
Los cinemes Girona de Barcelona también han sido pioneros en introducir una tarifa plana para fidelizar al público y combatir la creciente caída en la asistencia de espectadores. Lanzaron su primera tarifa plana anual 30 euros sacando a la venta una tarjeta que el público pudo adquirir del 10 al 14 de julio a través de Atrápalo y Letsbonus, y de 50 euros anuales a través de las taquillas de los Cinemes Girona, de la que se vendieron más de 3.500 bonos. La buena acogida hizo que el 24 de julio se anunciase la creación de una nueva tarifa plana de 2.000 abonos por 79 euros al año. El dinero que se recaudó con esta iniciativa sirvió para afrontar el pago de la digitalización de una de las tres salas del complejo y de esta manera continuar siendo un cine independiente, sin tener que estar supeditado a determinadas empresas que facilitan dicha digitalización. Después del éxito de estas ofertas, los Cinemes Girona han puesto en marcha una nueva acción: un abono anual por 60 euros para disfrutar de todo el cine de autor europeo y nacional durante todo el año 2014.
Aunque los grandes pioneros en el uso de las tarjetas de abono o tarjetas de fidelización han sido, sin duda, Cinesa y Kinépolis: Kinépolis tiene cuatro tipos de abonos, dependiendo de su consumidor. Primero está el Kinefamily que incluye 5 entradas para la misma sesión por 35€ en
Kinépolis Granada, 42€ en Kinépolis Valencia o 44€ en Kinépolis Madrid. Además de un descuento del 10% en Tiendas Kinépolis (bebidas, palomitas, caramelos…) hasta agotar las entradas de la tarjeta que es válida de lunes a domingo por tres meses desde el día de la compra. Es válida para películas familiares con calificación moral hasta 12 años según el Ministerio. Otro tipo de abono es Kinecinco 5, son 5 entradas por 35€ en Kinépolis Granada, 42€ en Kinépolis Valencia y 44€ en Kinépolis Madrid, válida de lunes a domingo por 2 meses desde el día de la compra. En tercer lugar encon tramos Kinediez, 10 entradas por 60€ en
Kinépolis Granada, 74€ en Kinépolis Valencia y 77€ en Kinépolis Madrid; válido de lunes a domingo por tres meses desde el día de la compra. Para estos tres tarjetas se cobrará un cargo suplementario para las sesiones en 3D. Por último ofrece Kine 3D, que incluye diez entradas para películas en 3D, con las gafas incluidas, por 80€ en Kinépolis Granada, 92€ en Kinépolis Valencia y 95€ en Kinépolis Madrid. La duración de este abono es por seis meses y puede ser usado también toda la semana.
Por su parte Cinesa no tiene abonos parecidos a los de Kinépolis, pero sí varias ofertas como el pack Familia, con el que pueden asistir dos adultos con mínimo un niño y máximo cuatro; las entradas salen en 6,5 € y 4,5 € respectivamente. Otra opción que da Cinesa es solicitar la tarjeta de fidelidad de manera gratuita con la cual se goza de descuentos varios días de la semana en las entradas.
El papel de las administraciones públicas
En España las Administraciones públicas nunca han querido entrar de lleno al problema de la exhibición. Así, con la gran revolución que trajo el invento de las videocassettes, nuestro país perdió el 80% de las salas de cine sin que el Gobierno central ni los regionales, ni las Diputaciones, ni los Ayuntamientos, moviesen un solo dedo. En Francia también las videocassettes afectaron al modelo de negocio, pero no se perdieron las salas de las pequeñas y medianas poblaciones porque los Ayuntamientos se hicieron cargo de muchas de ellas. Otra catástrofe similar va a suceder ahora en España, ante la impasividad de todos nuestros políticos: se prevé que el parque español de cines pierda más de mil pantallas en 2014, especialmente, por la falta de apoyo en el necesario proceso de digitalización.
Otro modelo sí es posile
Así pues, podemos deducir que otro modelo de explotación de las películas sí sería posible siempre y cuando:
– Se respete escrupulosamente una ventana de exclusividad para las salas de cine. Esta ventana deberá ser muy flexible, en función del éxito comercial de cada película en las salas. No debería superar en ningún caso los dos o tres meses desde el estreno. Con ello la campaña de publicidad del lanzamiento en salas aún estaría fresca en la memoria del espectador y podría ser aprovechada por las sucesivas ventanas.
– Se vuelva al sistema de reestrenos, para así abaratar el precio de la entrada pasadas tres o cuatro semanas desde el estreno de cada película.
– Se aplique un precio diferente para ver cada película en función de su presupuesto de producción y en función del poder adquisitivo de los habitantes de cada zona.
– Se deje de utilizar el precio único por espectador y se vuelva al más sensato sistema de reparto a porcentaje entre distribuidor y exhibidor. En caso de que se llegue a imponer el sistema de precio fijo por espectador, este precio debería quedar lo más reducido posible. La actual situación del mercado exige que entre todos luchemos para que el precio final de las entradas no supere a ser posible los 6 ó 6,5€.
– Se reduzca drásticamente el IVA sobre las entradas de cine.
– Se luche eficazmente contra la piratería.
– Se pacte con la TV en abierto de carácter público un plan permanente de promoción del cine en las salas y de educación contra la piratería.
– Finalmente, si las Administraciones públicas (y muy especialmente los Ayuntamientos) se comprometen a mantener el espectáculo cinematográfico en aquellas poblaciones medianas y pequeñas donde el negocio ya no es viable. El resultado final será ofrecer al espectador un espectáculo que él desea disfrutar a unos precios asequibles, lógicos y bien estructurados donde todas las partes obtengan su lógico beneficio.