La gran sorpresa fue Polvo serán, que con cuatro premios superó a Casa en flames y Segundo premio, ambas con tres galardones, seguidas de cerca por Salve María. Por su parte, El 47, de Marcel Barrena, arrasó con ocho estatuillas.
La 17.ª edición de los Premios Gaudí se ha consagrado como una de las más memorables de la historia del cine catalán, destacando por su reivindicación social y por reconocer el talento de cintas con fuerte impacto emocional. La noche confirmó a El 47, de Marcel Barrena, como la gran triunfadora del año, llevándose ocho estatuillas, entre ellas mejor película, mejor actor protagonista para Eduard Fernández y el Premio Especial del Público. Este filme, inspirado en la historia real de Manolo Vital, un conductor de autobús que en los años 70 luchó por llevar el transporte público al barrio de Torre Baró, resonó como un grito social en tiempos en que la crisis de la vivienda y los desahucios siguen marcando la actualidad.
En una gala celebrada en el Auditorio del Fòrum de Barcelona, presentada con humor y música por Marc Clotet y Paula Malia, las referencias al derecho a la vivienda y las críticas a la especulación inmobiliaria estuvieron presentes durante toda la noche. Especial mención merece el discurso de Clara Segura, ganadora del Gaudí a mejor actriz secundaria por El 47, quien cedió el protagonismo a los vecinos de Torre Baró, entregando el premio en su honor.
El impacto social de El 47 fue reforzado por los premios a mejor dirección de producción, maquillaje, vestuario, efectos visuales y el galardón otorgado por el público, convirtiendo esta película en la gran estrella de una gala marcada por la emotividad. La actuación de Eduard Fernández como Manolo Vital, un inmigrante extremeño que desafió al sistema, fue aclamada como una de las mejores de su carrera, mientras que Clara Segura brilló en su papel como la esposa de Vital, una ex monja y maestra.
Aunque El 47 fue la indiscutible protagonista, otras películas también tuvieron su momento de gloria. Polvo serán, de Carlos Marques-Marcet, sorprendió con cuatro premios: mejor película en lengua no catalana, mejor dirección artística, montaje y música original. Este musical que aborda el tema de la eutanasia con sensibilidad y profundidad se consolidó como una de las sorpresas de la noche.
Por su parte, Casa en flames, dirigida por Dani de la Orden, partía como una de las favoritas con 14 nominaciones, pero solo logró tres galardones, aunque de gran relevancia: mejor actriz para Emma Vilarasau, mejor actor secundario para Enric Auquer y mejor guion original para Eduard Sola. La interpretación de Vilarasau como una madre manipuladora fue ampliamente elogiada, mientras que Auquer aprovechó su discurso para convocar a la movilización contra un desahucio en Barcelona, ganándose una ovación del público.
Otra cinta aplaudida fue Segundo premio, de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, que consiguió tres premios, entre ellos mejor dirección y mejor fotografía, destacando por su narración sobre la banda indie Los Planetas y su turbulenta historia en los años 90.
Salve Maria, dirigida por Mar Coll, abordó la maternidad desde una perspectiva poco convencional, obteniendo dos premios: mejor guion adaptado y mejor interpretación revelación para Laura Weissmahr, quien emocionó con su interpretación de una madre que no puede conectar con su bebé.
El evento fue ganando en intensidad gracias a intervenciones como la de Judith Martín, que animó con humor las transiciones entre premios, y un emotivo número musical de Malia. Además, los presentadores recordaron que el 2024 ha sido un año récord para el cine en catalán, con más de un millón de entradas vendidas, lideradas por El 47 y Casa en flames.
La gala no solo celebró el cine de ficción, sino también otras categorías: Mariposas negras fue premiada como mejor película de animación; Diari de la meva sextorsió como mejor documental; y Celia Giraldo, con Un lugar común, recibió el premio a mejor dirección novel. El Gaudí a mejor película europea fue para ‘Anatomía de una caída’, de Justine Triet.
La noche de los Gaudí 2024 dejó claro que el cine catalán está en un momento de gran riqueza creativa y que, más allá del entretenimiento, puede ser una herramienta poderosa para reivindicar derechos y exponer problemas sociales. El 47 no solo brilló por su calidad artística, sino por dar voz a una causa que sigue siendo relevante. Con un fuerte respaldo del público y la crítica, este filme y el resto de los premiados confirman que el cine catalán sigue en auge y comprometido con su tiempo.