Los NFT y su revolución en la industria musical

3 febrero, 2023

La industrial musical, camaleónica por excelencia, sabe cómo adaptarse a los avances tecnológicos de la sociedad y cómo mimetizarse con las tendencias que se van dando en este sentido. El sector ha ido creando así, nuevas y variadas formas de distribución de contenido que han sabido coexistir en el espacio. Por Patricia Mera Quintana, abogada del departamento de Media & Tech de Auren Abogados.

Sin embargo, el tradicional sistema que impera en la industria musical, donde existe una cadena de intermediarios tan elevada que acaba diluyendo los beneficios que finalmente reciben los autores, está llamado a dejar de existir. Con la aparición de la tecnología blockchain, el statu quo que ha reinado en la industria hasta ahora se está viendo alterado gracias al nuevo concepto de distribución de obras que ha surgido a través de la comercialización de NFTs de música.

A través de los NFTs (Non Fungible Tokens) se reducen enormemente la gran cantidad de intermediarios que participan desde que la composición musical se idea en la mente de su autor, hasta que la obra final llega a los oídos del consumidor. Se reducen tremendamente los costes, recompensando directamente a artistas y creadores por su música, lo que convierte a los NFTs en un mecanismo inmensamente atractivo para una industria muy jerarquizada.

Mediante las plataformas que permiten a los artistas crear, acuñar y vender sus propios NFTs musicales, como Audius, Catalgo, Arpeggi o Mintsongs, entre otras, los músicos son capaces de lanzar al mercado su propio catalogo musical, monetizando de esta manera sus obras de manera directa.

Esta no es la única ventaja de la distribución de los NFTs, ya que este tipo de distribución puede suponer un “win-win” tanto para el creador, como para el comprador. Para el creador, porque se beneficia directamente por la distribución, y para el comprador, porque adquiere ciertos derechos que no obtendría a través de los medios tradicionales, como la compra física o las plataformas digitales o de streaming.

Partamos de la base de que el comprador no va a ser titular de los derechos morales inherentes a la autoría sobre el NFT, pero si podría disfrutar, si el autor así lo desease, mediante licencias de un derecho de propiedad que le permitiría un grado de explotación que está muy por encima del que otorga la distribución tradicional. A través de esta adquisición se le podrían incluso otorgar derechos de explotación de ese NFT de manera ilimitada pudiendo compartirlo, por ejemplo, a través de otro tipo de plataformas de creación propia o, incluso, llegar a venderlo en mercados secundarios. De esta manera entramos en un juego de compraventa que no es posible en plataformas tradicionales. Pongamos el ejemplo de Apple Music, en el que el comprador compra una canción que añade a su biblioteca privada. La canción es suya, evidentemente, y puede reproducirla todo lo que quiera, pero no está capacitado para revenderla ni para reproducirla fuera de ámbitos privados, a no ser en este último caso que, pague un canon a las entidades de gestión.

El plus de atractivo para el creador es la posibilidad de beneficiarse directamente de estas transacciones a través de la trazabilidad a prueba de manipulaciones de la tecnología blockchain, lo que permite que el creador se quede directamente con un determinado porcentaje de los beneficios y que los sucesivos compradores de los NFT consigan con sus transacciones.

En la industria tradicional esto funciona de manera diferente. Hoy en día, lo normal es que los porcentajes de beneficio se negocien en pro de las grandes distribuidoras y productoras musicales.

Entendamos el funcionamiento del mercado de los NFTs como un mercado de subastas donde el vendedor establece un precio de venta inicial, la liberalidad que posee el mercado unido a la exclusividad que se les otorga a estos activos intangibles al ofertar cantidades limitadas, posibilitan que el vendedor aumente o disminuya el precio según su exclusividad y su atractivo para el comprador, manejando así las alzas y bajas del precio a antojo propio. En una sociedad donde se busca poseer algo único, el atractivo que ganan los NFTs en pro de otro tipo de activos es innegable. Esto contribuye a que los NFTs se revaloricen continuamente, lo que reporta cuantiosos beneficios a sus creadores.

Además de contener pistas musicales, los NFTs pueden poseer un valor añadido que los haga irresistibles para determinados sectores de compradores. Es habitual, por ejemplo, que los músicos añadan ciertas características especiales añadidas a la adquisición de la propia canción: cápsulas exclusivas que conllevan la posibilidad de tener acceso a través de la compra del NFT a contenido exclusivo de sus artistas favoritos, encuentros con los propios artistas o entradas para conciertos. Muchas veces los cantantes se unen a artistas gráficos para convertir sus discos en auténticas obras de arte digitales y piezas para coleccionistas.

Por otro lado, la trazabilidad inherente a la tecnología blockchain puede demostrar ser muy beneficiosa para sectores dentro de la industria. Si bien los NFTs no pueden evitar que la reventa de entradas siga existiendo, gracias a la trazabilidad de esta tecnología, sí se puede conseguir que los promotores o aquellos músicos que organicen sus propios conciertos puedan salir beneficiados de ella, añadiendo, por ejemplo, un porcentaje de beneficio fijo para el creador del NFT con cada venta que se haga del mismo. Así podrían controlar cada transacción de ese NFT que contenga la entrada, por lo que las pérdidas millonarias que comporta este mercado negro serían infinitivamente menores.

En definitiva, podemos decir que la tecnología blockchain no solo viene pisando fuerte, sino que está llamada a ser el nuevo sistema de creación y gestión de la música, invirtiendo los papeles que cada pieza ha estado jugando en el mundo de la industria musical hasta ahora.

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