Adolfo Blanco: Diez ángulos del sector del cine (Cosas que ya sabíamos y ahora vemos con un poco más de claridad)

16 abril, 2021

Me pide el amigo Antonio Carballo que escriba un artículo sobre el negocio de las salas de cine, explicando cuál es en mi opinión el papel que están y deberán continuar jugando las distribuidoras independientes y americanas. Tema nada sencillo para hacerlo en las pocas líneas que sospecho dispongo.  Por Adolfo Blanco Lucas, Managing Director de A Contracorriente Films

Adolfo Blanco
Adolfo Blanco

Por eso, voy a intentar estructurar una serie de aspectos de nuestro negocio, en concreto 10, sobre los que ahora tenemos una visibilidad mayor que la de hace un año. Todo el mundo sabe que la pandemia ha acelerado tendencias que venían anunciándose.

Los muchos meses de paréntesis que a la humanidad le ha tocado vivir han resultado particularmente interesantes y en cierto modo dolorosos para el sector del cine. Cambios que se venían gestando, nuevas formas de consumirse las películas, el auge de nuevos formatos narrativos, con un público, afortunadamente cada vez más sofisticado, se han acelerado en estos ya 13 meses desde que llegó el virus. Intentaré, por seguir cierto orden, subrayar aspectos que han venido afectando a todos los actores del proceso.

1. Sobre los distribuidores americanos o majors. Empiezo por ellos porque un porcentaje aplastante del cine que se ha consumido siempre y que sigue dominando es americano. Estados Unidos es el gran motor de la industria y sin el cine americano todo se resiente. Se les ha señalado, con alguna excepción, como los malos de la película, por retrasar indefinidamente algunos de sus estrenos y a veces llevarlos directamente a los hogares. Poco han podido hacer los excelentes profesionales de estas empresas en España para evitar lo que es un modelo de explotación mundial que además ha venido muy condicionado por las decisiones de los accionistas.

Para los Estudios americanos, la pandemia ha sido una situación de guerra y han entendido que habría inevitablemente víctimas colaterales, sin sentirse responsables de la salvación de nadie. Nada censurable en el mundo de los negocios. Han priorizado otras líneas estratégicas, pero pienso que han sentido más que nadie, o tanto como el que más, también en sus cuentas, el obligado cierre de los cines este año.

Necesitamos los blockbusters americanos, ojalá vuelvan pronto por sus fueros. Eso sí, tomemos nota que la excesiva dependencia de este producto no es buena para nadie. Y por supuesto, es el momento de cuestionar si el coste que en España se paga por este producto, por lo menos en la salas, es justo y equilibrado. Toca negociar para bajar esos costes, especialmente con las cosas que están ocurriendo. Y es posible que los distintos canales por lo que las películas llegan al espectador necesiten ayuda del Estado español por el desproporcionado poder que tienen las empresas americanas. Toca intervenir.

2. Sobre los distribuidores independientes. Es evidente que, en general, han sido los únicos con la flexibilidad y diligencia suficiente para permitir a las salas, aunque sea en pérdidas, seguir funcionando. No seré yo quien diga que lo han o lo hemos hecho de una forma altruista y sólo por solidaridad, que también. Apoyar a nuestros clientes y amigos del theatrical en momentos de dificultad, ayudarles a sobrevivir, es también una forma de allanar un poco nuestro futuro.

Los distribuidores independientes se convierten en los auténticos garantes de la diversidad en el cine y demuestran, en este año tan difícil, agilidad suficiente para hacer llegar las películas al espectador por los canales que más han convenido en cada caso.

La buena salud del distribuidor independiente va a ser la clave para que el buen cine español y europeo siga llegando a salas, plataformas y televisiones. Su profundo conocimiento de la industria y del espectador será determinante en los próximos tiempos para que muchas películas encuentren su público.

Exterior de los Cines Verdi de Barcelona.
Exterior de los Cines Verdi de Barcelona.

Y no hablo sólo de películas minoritarias, los independientes saben estrenar películas grandes con la misma o mayor efectividad que los americanos. El poder del distribuidor es inmenso ya que de sus decisiones depende cuáles son las pocas películas que, entre miles que se producen en el mundo, tienen una oportunidad de verse en nuestro país. Cuántas películas notables nunca llegan sencillamente porque ningún distribuidor apostó por ellas (también hay algunas más débiles que milagrosa y casi inexplicablemente acabamos trayendo, no siempre nuestras apuestas son acertadas…).

3. Sobre los productores, la IP y las series. Con todas las dificultades que podemos imaginar, se ha seguido haciendo cine y hemos vivido maravillados el enorme auge de las series y miniseries, que no dejan de ser películas largas convenientemente troceadas. El sector ha mostrado su vitalidad, su creatividad, su enorme capacidad de adaptación.

Los meses de confinamiento, doy fe, han sido muy fructíferos en la creación de nuevas historias que iremos viendo en los próximos años.

España es uno de los territorios con mejores mimbres para jugar un papel protagonista en los próximos tiempos. La gran preocupación es la manera cómo los derechos, la propiedad de lo que se produce tienden a quedarse en grandes corporaciones, proporcionando a la producción independiente un negocio a veces grande pero efímero, con poca capacidad de echar raíces, sin incentivo alguno para construir y gestionar un modelo de explotación ambicioso y global que se están quedando en propiedad de plataformas y televisiones.

4. Sobre las televisiones. Los canales de televisión en abierto, públicos y privados, han visto cómo los contenidos ofrecidos por las plataformas han logrado atraer a muchos de sus espectadores, obligándoles a adaptar sus estrategias de programación a los nuevos tiempos. Programas de telerrealidad, concursos, informativos, eventos en vivo han ocupado parte del espacio dejado por el cine. Cada cadena se ha tenido que esforzar más en marcar una línea editorial muy precisa en sus contenidos cinematográficos para fidelizar a su audiencia.

En España, existe un gran problema en la medida que tres canales estatales y algún autonómico compiten por el mismo target comercial, resultando una programación reiterativa, con opciones difícilmente diferenciables en muchas ocasiones, suspenso en diversidad.

La 2 de Televisión Española se ha convertido en uno de los espacios en que el aficionado aún puede encontrar cine gratuito y de calidad. La pena es que no hay suficientes franjas para cine clásico (una a la semana) e independiente (lo mismo). Si al menos esos días, se emitiesen dos películas, ya sería algo más, pero es urgente que la televisión de todos se vea reforzada en sus presupuestos para poder cumplir con una misión trascendental, que es asegurar que el buen cine no sea de pago necesariamente y que en el futuro haya cada vez más espectadores formados y cinéfilos.

5. Sobre las plataformas. Se han desarrollado muchísimo más de lo esperado en este último año, con dígitos de crecimiento impresionantes gracias a la pandemia. Están jugando un papel estupendo en el desarrollo de las productoras y en la creación de públicos cinéfilos. Ahora que empezamos a estar vacunados y si nada se tuerce recuperaremos cierta normalidad, es posible que se aminore o incluso detenga el crecimiento de abonados de estas grandes empresas, expuestas quizás a, en un horizonte no muy lejano, sufrir más bajas que altas en su servicio. Además de un cierto hastío tras tantos meses de intenso consumo de historias en casa, los españoles, como seguro ocurre en todo el mundo, han sufrido un empobrecimiento económico y no parece viable que estén abonados a muchas plataformas; acabarán seleccionando su favorita o favoritas. En este examen al que serán sometidas las plataformas por sus usuarios volverán a primar los contenidos, para beneficio de productores y distribuidores americanos y españoles, que seguirán siendo parte esencial de la ecuación.

Algo que habrá que procurar, y aquí tienen que entrar los legisladores, es que la información fluya. Cada minuto de película o serie debería ser remunerado al creador de una forma equitativa y justa. ¿Cómo se logra eso si no se sabe normalmente qué ni cuánto se ve? Y algo que tendrá que garantizarse es que las plataformas contribuyan a la financiación del audiovisual con reglas parecidas a las dispuestas para las televisiones de España. Con tanto poder como se han ganado, en su mano está la salud de nuestra industria. Toca intervenir.

6. Sobre las salas de cine. En una entrevista para la revista de la Academia de Cine, hace ahora un año, me refería a la exhibición como el eslabón más débil de la cadena.

En ese momento ninguno imaginábamos que esta pesadilla sanitaria y social se alargaría tanto. Algunos cines han tenido que cerrar, otros están literalmente ahogados y es probable que no puedan soportar la recuperación del mercado, que quizás no sea tan rápida como por ejemplo parece estar siéndolo en China.

O si.

Qué bueno sería, como creemos algunos, que el espectador, añorado de ese plan inigualable de ir al cine a una sala oscura, vuelva inmediatamente. Si eso ocurre, los cines que logren permanecer recuperarán la salud pronto, especialmente los de las grandes ciudades, ya que no hay escaparate tan excelente para las películas como el entorno que ofrecen las salas.

7. Sobre las ventanas de protección. Ha sido uno de los temas sobre los que más se ha hablado este año.

Cada vez somos más los que pensamos que cada película necesita una ventana a la medida y que lo importante es que cada forma de explotación, en cada momento, optimice las posibilidades para el bien de la película, sus creadores y todo el tejido industrial que hay detrás. Sólo así aseguraremos que se sigan haciendo buenas películas y que lleguen al espectador.

Es perfectamente comprensible la resistencia de la salas a que la ventana se estreche, hará falta tiempo y flexibilidad para que un nuevo modelo totalmente necesario acabe imponiéndose.

Es absurdo hacer esperar 112 días a espectadores que no van al cine (porque muchas veces no lo tienen en absoluto fácil) para degustar algunas películas.

Hagamos ventanas largas para las películas evento, esas que tienen un recorrido en salas amplio.

Y sobre todo respetemos las estrategias de quienes lanzan las películas que, en eso no hay discusión, sólo quieren lo mejor para la obra y el espectador. Si logramos dar carta de normalidad a las excepciones y lo hacemos de una forma transparente y coordinada, tendremos un mercado más maduro, más cinéfilo y más abierto a disfrutar al máximo la experiencia de una sala de cine, que seguro no será ocasional.

8. Sobre el TVOD. El vídeo bajo demanda en su formato transaccional recibió un duro golpe cuando, quizás antes de tiempo, los modelos de suscripción se lanzaron agresivamente.

Lo que el videoclub no se había podido ni plantear, la capacidad del ancho de banda lo hizo fácil. Por un módico precio al mes el espectador puede visionar un elevadísimo número de títulos.

¿Qué sentido tiene pagar por ver una película? Es ahora, justo cuando algunos espectadores han descubierto el cine en casa, cuando esta modalidad puede tener su gran oportunidad. Pagar sólo por lo que uno ve, sin necesidad de cuotas. Y además películas nuevas, de reciente estreno. A un precio “premium”, como hace Disney, a un precio de entrada normal como la Sala Virtual de Cine, o a un precio simbólico como el que se propone normalmente desde distintos servicios de transmisión para películas de repertorio.

Ha habido gran opacidad en los datos de consumo en las plataformas y por tanto es una incógnita saber cuán lejos estamos de que el modelo sea rentable y contribuya eficazmente a la financiación de las películas, pero el TVOD es claramente justo, democrático y oportuno, ojalá se consolide por el bien de todos. Y ojalá los cines vean un aliado en este servicio, porque les puede ir mucho en ello.

9. Sobre los festivales. Algunos con más compromiso con el público de la ciudad que otros, los festivales han sido este año y serán en el futuro grandes aliados del buen cine.

Festival viene de fiesta y la fiesta requiere gente para celebrar cosas. Hablan de modelos online o si acaso híbridos. Un festival no presencial es un ciclo, no un festival.

En nuestros Cines Verdi de Barcelona, tenemos el privilegio de acoger el Festival de Cine de Barcelona-Sant Jordi (BCN FILM FEST), que dirige Conxita Casanovas. En su edición de 2020 fue emocionante su apuesta por el modelo de exhibición en salas. En breve se inaugurará la edición de 2021, que vuelve a jugar fuerte a favor del espectador.

Los grandes festivales de este país – San Sebastián, Valladolid, Málaga, Sitges, Sevilla…- no lo han dudado. El calor del público, la información que aportan sus reacciones, la posibilidad de interactuar con los creadores de la forma más cercana posible, no son sustituibles y mantienen toda la capacidad de hacer ciudad, fomentar la afición al cine y crear públicos.

Interior del Verdi durante un preestreno reciente.
Interior del Verdi durante un preestreno reciente.

10. Sobre los gobiernos del mundo y el Estado español. Los gobiernos de la mayoría de países de nuestro entorno se han movilizado de una forma comprometida para defender su cultura, la cultura de todos, el cine, las salas de exhibición, la necesidad de la producción independiente, etc. España ha ido dando este año una de cal y una de arena, pero en general queda un poco la sensación de excesiva tibieza en estos momentos tan complicados. Pendientes de ver cómo se articula el hace poco publicitado plan “España. Hub Audiovisual de Europa”, y qué parte de las generosas inversiones anunciadas se asigna a ese eslabón más débil, dañado y necesario que son los exhibidores y distribuidores independientes, de momento asistimos con envidia a los anuncios de medidas proteccionistas de otros países, que han considerado la sala de cine como un bien esencial de nuestra cultura.

Como he apuntado líneas más arriba habrá que estar atentos a defender la propiedad intelectual y los derechos de creadores y productores, no permitiendo a los grandes broadcasters y empresas americanas que, directa o indirectamente, nos traen el cine a casa, hacer uso abusivo de su posición de dominio.

Y convendrá seducir a plataformas y televisiones públicas y privadas para que el cine, en toda su variedad, no deje de llegar al espectador de manera fluida, constante y accesible, contribuyendo a su disfrute y calidad de vida. Sabiendo que, si esto se logra, si garantizamos que las buenas películas, y no sólo las americanas, llegan también a los hogares en los mejores horarios y condiciones, quienes hacen el cine y lo promocionan y venden en España y en el mundo recuperarán poco a poco la salud, tan afectada, tan necesaria para la industria audiovisual en su conjunto.

 

 


A continuación, puedes leer la versión digital de la última edición de Cineinforme, cuyos 3 ejes principales son el análisis con opinión de expertos sobre el estado´y el futuro de la distribución y la exhibición; los detalles del anunciado Hub Audiovisual Español; y la cobertura de los Goya 2021 con entrevistas a ganadores:

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