«Apoyar las ambiciones de Netflix sin negociar es traicionar la misión inicial de un festival de cine»

4 septiembre, 2019

Hace unos días nos hicimos eco de un comunicado de CICAE (Confédération Internationale des Cinemas d’Art et d’Essai) en relación a la presencia de dos filmes de Netflix, como es el caso de Dinero sucio (The Laundromat) y Historia de un matrimonio (Marriage Story), en la competición del Festival  de Venecia. François Aymé, el presidente de la francesa AFCAE, que forma parte de CICAE, ha firmado ahora un texto en el que arremete con la política del Festival de Venecia de incluir a competición películas de plataformas como Netflix.  

‘Dinero sucio (The Laundromat)’ de Steven Soderbergh y con actores como Gary Oldman y Antonio Banderas, a competición en Venecia 2019.

A continuación, reproducimos íntegramente la traducción del comunicado que ha escrito François Aymé, presidente de AFCAE (French Arthouse Cinemas Association):

«Para su 76ª edición, Alberto Barbera, director artístico del Festival de Cine de Venecia, ha seleccionado dos películas producidas y distribuidas por Netflix para participar en la competición. En la edición del 23 de agosto de la revista Le Film Français, Barbera justificó esta decisión: «Si Netflix inscribe una película, no veo ninguna razón para rechazarla, a menos que sea por baja calidad. Este asunto es tendencia ahora mismo pero en dos o tres años todo habrá cambiado. En cierto modo, ya es un problema del pasado. Sin embargo, es verdad que hay un problema entre la distribución en salas y las plataformas de Internet. Pero no podemos pedirle a un festival que se responsabilice de una cuestión que descansa en toda la industria del cine».

Alberto Barbera comete un doble error; tanto en su análisis como en la posición que adopta. En el caso de títulos de Netflix con la calidad adecuada, la cuestión no es si deben ser seleccionados sino cómo: ¿Con un lanzamiento en salas como cualquier otro film? ¿En competición?

El Festival de Cine de Venecia es el evento cinematográfico más antiguo del mundo. Se ha labrado un prestigio y una reputación que son ahora sus activos más valiosos. Ofrece un lugar premium para el lanzamiento mundial de dos docenas de películas privilegiadas.

El debate sobre la presencia de Netflix en los grandes festivales lleva ya tres años; debemos sacar conclusiones. El año pasado la película ‘Roma’ fue premiada primero en Venecia y luego en los Oscar. ¿Valida esto la estrategia del Festival de Venecia? Es una cuestión de perspectiva. Desde el punto de vista de Netflix y Venecia, sí, absolutamente. Para el film está menos claro. Esta película no se ha beneficiado de una presencia real en la gran pantalla: es una negación de la esencia del cine como entretenimiento colectivo con alto valor social.

Otro asunto sensible a tratar sería: ¿Cuántos espectadores tuvo ‘Roma’? No lo podemos saber. La plataforma no hace comentarios al respecto. Un estudio de CNC de diciembre de 2018, basado en una muestra de suscriptores de Netflix, mostró que el film había sido relegado a la enésima posición.

Adam Driver y Scarlet Johansson, protagonistas de ‘Historia de un matrimonio (Marriage Story)’ de Noah Baumbach, otro film de Netflix en la competición de Venecia 2019.

Un León de Oro mexicano, en blanco y negro, con un reparto poco conocido, que cae del mapa de algoritmos.  Es sorprendente que un festival, cuya misión es preparar los filmes para su lanzamiento, mime a unos pocos afortunados pero permanezca indiferente a las condiciones en que el público recibe (o no) un film premiado.

Hace dos años, en Cannes, muchos consideraron la presencia de Netflix en los grandes festivales como algo que era parte del «sentido histórico», como si fuera un requisito, como si todo estuviera escrito con anterioridad y la lógica sin restricciones del liberalismo se hubiera impuesto. Sin embargo, en 2019, fuimos testigos de un punto de inflexión dado que esas mismas personas consideraron la selección de Cannes (sin Netflix) como la mejor en muchos años. Lo que parecía inevitable en 2017 se convirtió en irrelevante en 2019.

Lo ilustra elocuentemente el hecho de que en 2017 Bong Joon-ho tuvo un impacto y distribución reducidas con ‘Okja’, y en 2019 ha obtenido la Palma de Oro  con un tremendo éxito de público con ‘Parásitos’. Bong ha declarado que, de ahora en adelante, pondrá condiciones a cualquier potencial colaboración con Netflix para lanzamiento en salas. Permítanme recomendar la posición del Festival de Cannes en cuanto a su compromiso con el lanzamiento en salas de cine.

Lo cierto es que estamos enfrentándonos a un momento clave. Los festivales tienen lugar en sitios simbólicos y estratégicos. Es absurdo decir que están fuera de la industria. El director de un festival tiene un extraordinario poder: decir sí o no. Si dicen sí, hay una amplia gama de posibilidades: competición, fuera de competición, proyección especial… En un festival, la dimensión artística prevalece sobre las consideraciones comerciales: el objetivo de un gran film es ser desvelado en salas en primera instancia. Vamos a ponernos serios: ¿Podemos imaginar que las obras maestras de Kubrick, Fellini o Kurosawa fuera privadas de ser mostradas en ese entorno? Validar y trivializar con la ausencia de un lanzamiento en salas es una dejación de funciones.

‘Okja’ de Bong Joon-ho estuvo en la competición de Cannes en 2017.


Durante los últimos 60 años, si los canales de televisión nacionales querían tener su lugar en el Lido, tenían que respetar ciertas reglas; coproducir películas y difundirlas DESPUÉS de sus lanzamientos en cines. ¿Debería eximirse a las plataformas globales de estas obligaciones? El interés general por las películas se queda relegado por el interés de una empresa poderosa y la visión cortoplacista de un festival ampliamente financiado con dinero público. Las compañías pequeñas están obligadas a pagar sus impuestos mientras que las multinacionales llevan a cabo sus ingenierías fiscales. La cooperación entre los principales festivales (Cannes, Venecia, Berlín), todos dialogando con Netflix a través de un frente común, podría desembocar en que la plataforma reconsiderara su posición.

Nada es irreversible y el misterio en torno al lanzamiento de la nueva película de Martin Scorsese muestra claramente que nada está predeterminado.

En el fondo, lo que más importa es la diferente naturaleza que tienen las plataformas y los productores o los distribuidores tradicionales, una diferencia que debería ser obvia para el Festival de Venecia. La base de las plataformas es el algoritmo. La idea de que los consumidores de cine reproducen conductas y que esta reproducción permite al algoritmo anticipar el consumo así como mejorar la rentabilidad del sistema. Este camino lleva a la uniformización de las películas y los gustos. Alejandro G. Iñárritu ha denunciado ‘la dictadura del algoritmo’, tanto para los cineastas como para el público, en tanto en cuanto el descubrimiento y la curiosidad son la fuerza motora de los espectadores de cine de autor.

Netflix es como una gran cadena de restaurantes a la que le gustaría tener tres estrellas Michelín. Tiene la ambición y los medios financieros pero no tiene la esencia y no digamos ya la vocación. Apoyar estas ambiciones sin negociar es traicionar la misión inicial de un festival de cine, que debe defender las obras por encima de todo».

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