Daniel Gallejones

27 abril, 2009

gerente de Dionet, empresa especializada en la digitalización de salas cinematográficas:

‘Creemos que con la digitalización el exhibidor debe programar sus pantallas y controlar sus equipos’

Dionet tiene como objetivo impulsar la digitalización del parque de salas de España y desde su creación hace ahora dos años ha demostrado que está preparada para asumir este difícil reto. Este hecho no ha pasado desapercibido por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio que ha seleccionado a Dionet dentro del programa ‘Avanza Pyme’ que pretende modernizar y equipar con la tecnología más avanzada a las pequeñas y medianas empresas españolas. Daniel Gallejones, gerente de Dionet, explica el modelo que ofrece la compañía a los exhibidores y los beneficios de la digitalización de las salas de cine.

Cineinforme ¿Por qué es necesaria la digitalización de las salas de cine?
Daniel Gallejones: ‘Es el signo de los tiempos. Desde la década de los 80, el espectador de cine y consumidor en general ha asistido a la llegada del ordenador digital doméstico, la música digital que ha arruinado inmensas colecciones de discos de vinilo, la fotografía digital que ha terminado con el revelado fotográfico y los álbunes caseros de fotos. La televisión se ha transformado gracias al TDT, a las pantallas de plasma y LCD y al Bluray Disc. Sólo se ha mantenido un invento de Edison y Dickson de 1891, la película de 35mm con cuatro perforaciones por banda y fotograma y, por supuesto, los proyectores Lumiere’.

C.i: Sin embargo, entre 2006 y 2008 se han seguido construyendo complejos de exhibición equipados únicamente con proyectores de 35mm… ¿cuáles son las razones?
D.G: ‘Es lógico contemplar un periodo de transición en el que convivan ambos modos de proyección. La duda es si será corto o largo. Lo que parece seguro es que será menos doloroso si se hace el cambio lentamente que si se hace de golpe’.

C.i: ¿Quién es entonces el responsable del retraso de la digitalización, el distribuidor o el exhibidor?
D.G: ‘El exhibidor puede estar tentado a pensar que, mientras le sigan enviando copias en 35mm, no ve la necesidad de invertir en equipos digitales. Y menos si acaba de adquirir los equipos de 35mm. El distribuidor, por su parte, le sigue enviando a día de hoy las copias en 35mm. Pero esto está empezando a cambiar. En la gran mayoría de títulos de estreno reciente hay dos formatos de exhibición: el de 35mm y el digital. La finalización del tiraje de copias en 35mm significará el ocaso de un modelo de negocio del que forman parte las productoras, los laboratorios de postproducción y los laboratorios de tiraje de copias. Los productores se han pasado mayoritariamente a la tecnología digital. Cine Alta y Red One son claros ejemplos de un camino sin retorno hacia la filmación en Alta Definición 2K y 4K. Los laboratorios de postproducción se están equipando para dar las mejores soluciones a las producciones digitales y poder entregar un máster JPEG2000 para su introduccion en discos duros y su proyección en cines digitalizados bajo normas DCI. El distribuidor multinacional está esperando a que se instale un número crítico de proyectores digitales, que calculo en 1.000, e intentará aportar, durante esta lenta transformación del parque, la menor cantidad para ayudar al exhibidor. Una vez que haya un número suficiente para poder proceder a estrenar únicamente en formato digital, parece lógico que el distribuidor multinacional deje de tirar copias en 35mm. En ese momento, el resto de salas sin digitalizar y con equipos de 35mm, deberá optar por cerrar o por equiparse inmediatamente, cosa que será dificultoso por el inmenso coste económico y por los largos plazos de entrega de equipos. Será un final difícil para un modelo de negocio tan enraizado’.

C.i ¿Entonces el coste de la transformación recaerá únicamente sobre el exhibidor?
D.G: ‘Hay una tendencia en las relaciones comerciales del sector que avalan esa posibilidad, si bien soy optimista y creo que se pueda llegar a un entendimiento entre las partes para el beneficio mutuo’.

C.i: ¿Y el Virtual Print Fee (VPF)?
D.G: ‘El Virtual Print Fee o aportación del distribuidor al exhibidor de su ahorro por copia, es un modelo que nace en los Estados Unidos como consecuencia de la necesidad local de un intermediario entre las partes en conflicto. Se trata del Integrador, una empresa, generalmente de capital riesgo, que financia la instalación de equipos digitales en los cines norteamericanos a cambio de un porcentaje. Negocia con los fabricantes de equipos, con las grandes cadenas de exhibición norteamericanas y con los grandes estudios. Estos ceden a los integradores parte del ahorro de copias (Virtual Print Fee) y los integradores les proporcionan  un parque suficiente para posibilitar el negocio. El modelo se ciñe a un periodo limitado de tiempo tras el cual no habrá más VPF. El exhibidor recibe un proyector que no es suyo y deberá proyectar las películas que le indique el integrador, por el tiempo que este desee que esten en cartel. Deberá pagar el coste del proyector y parte de los beneficios del integrador en cómodos plazos, siendo su principal cometido limpiar las salas entre proyeccción y proyección. El modelo de integrador es más caro, pues en el fondo, se trata de sentar a un tercer comensal a la mesa, para repartirse el pastel. Este modelo cambia el concepto de exhibidor y le aleja de su función de programador de sala’.
 
C.i: ¿Cuál es el modelo para los distribuidores nacionales?
D.G: ‘Generalmente consideran el VPF como algo lógico, pero es que lo ven desde otro ángulo. Consideran que un parque suficiente de proyectores (unos 100 en su caso) les permitirá ahorrarse el coste de las copias y dedicar ese dinero a mejorar los lanzamientos publicitarios. Por lo tanto son favorables a pagar al cine en torno a los 150 euros por semana de exhibición. Solo hay un problema y es que sus necesidades de sala deberán ponerse a la cola de las necesidades de sala de las multinacionales. Serán las 100 salas que se instalen despues de las 1.000 que necesitan las distribuidoras norteamericanas, pues el exhibidor dedicará básicamente sus primeras instalaciones digitales a proyectar las películas de quien no parece dispuesto a pagarle el VPF’.

C.i: ¿Por que ocurrirá eso?
D.G: ‘Fundamentalmente porque las películas que le van a enviar las multinacionales serán en 3D y eso supone un incremento en espectadores y en el precio de la entrada. Sus beneficios se pueden disparar hasta acercarse a momentos históricos que casi no recuerdan’.

C.i: ¿Cómo afectará entonces la tecnología 3D a la exhibición?
D.G: ‘Esta vez, la estereoscopía viene para quedarse. La calidad técnica alcanzada por los tres sistemas de 3D es fantástica. Y solo puede verse por medio de copias digitales, pues el modelo IMAX es más un espectáculo de feria para una etapa de transición que un modelo de negocio cinematográfico. Su sistema de doble película de 70 mm es inviable para cines comerciales. Además está la ventaja de la imposibilidad de coexistencia durante el estreno, de copias pirata. Nadie puede piratear en sala una película de 3D. Cuando aparezcan las televisiones en 3D y el ‘Top Manta’ ofrezca los Bluray Disc pirateados en 3D, los exhibidores podrán demostrar que los responsables del pirateo no son ellos y que los gastos en seguridad que les han impuesto las productoras son excesivos’.

C.i: ¿Que ventajas e inconvenientes presentan los diferentes modelos de estereoscopía actuales?
D.G: ‘En la actualidad hay tres sistemas que pueden resumirse en dos; el de gafas desechables o el de gafas reutilizables. El primero es el que comercializa Real-D. Para ello el exhibidor debe cambiar la pantalla de sus salas y colocar la llamada ‘Silver Plate’, que es carísima y que presenta unas dificultades de transporte y colocación, colosales. Una vez instalada, se encontrará con la paradoja de que en esa sala solo puede proyectar 3D bajo normas DCI, pero no podrá proyectar películas digitales estroboscópicas (las normales) bajo normativa DCI, pues la pantalla plateada no cumple las normas. Pero Real-D promete para fechas próximas una pantalla ambivalente. Las gafas son desechables pero tienen un coste para el exhibidor de 0,50 euros. Para una sala que proyecte todo el año en 3D y venda 1.000 entradas semanales, le supone un gasto anual de 26.000.
El segundo modelo, el de las gafas de plástico, tiene dos submodelos; el Xpand y el Dolby 3D. El primero tiene el inconveniente de la instalación en sala de unos inductores de señal a las gafas, que encarece el equipamiento. Además, las gafas llevan pilas, que se consumen y no pueden cambiarse, siendo imprescindible sustiruir la gafa. Por otra parte la gafa es más pesada y bastante cara.
El modelo Dolby 3D no precisa de instalación de inductores en sala y su gafa es de menor peso al no llevar pila. El precio es muy inferior al modelo anterior.
Estos dos últimos modelos precisan de personal de recogida de gafas y lavado de las mismas.Y se ven las películas igual de bien en los tres modelos. Es una cuestión de decisión de modelo por parte del cine’.

C.i: ¿Qué sistema digital recomienda DIONET?
D.G: ‘No recomendamos, a priori, ningún sistema. Explicamos las ventajas e inconvenientes de cada uno y hacemos un análisis de los costes para el exhibidor, según sea su modelo de negocio. Para entendernos, no es lo mismo equipar digitalmente una sala que haya cerrado un acuerdo con Real-D, que una sala que solo proyecte cine independiente y esté adscrita al programa Europa Cinemas. Cada una tiene unas necesidades distintas y una financiación diferente’.

C.i: Hablando de financiación, ¿Cuál es el modelo que ofrece DIONET?
D.G: ‘Nuestro modelo de financiación se basa en tres puntos y un previo. El previo es que no somos ‘integradores’ y por lo tanto consideramos que el exhibidor debe ser programador de su sala. Debe tener absoluto control sobre sus equipos y no tener instalado una especie de taxímetro que le fiscaliza cada segundo de proyección fuera de los tiempos marcados por el integrador, siendo estos tarifados aparte. El exhibidor, según nuestro modelo, puede utilizar el equipo digital para proyectar las películas que programe, eventos culturales y deportivos, publicidad nacional y local, presentaciones en sala de productos y marcas, actos políticos, festivales de cine locales… sin pagar por ello más del coste del propio equipo. El primer punto es que el exhibidor debe pagar parte de la digitalización de sus salas. Lo debe hacer gracias a los beneficios que le generará la ductibilidad del nuevo proyector, que le permitirá conseguir ingresos extra que no deberá compartir con las distribuidoras. Recibirá además un plus en taquilla en torno a 2 eruos por cada entrada 3D vendida. El segundo punto es que el estado está ayudando a las PYME, a través de DIONET, pagando una tercera parte del coste del equipamiento. El tercer punto es la consecución del Virtual Print Fee. El exhibidor, solo, no conseguirá nada, pero unido puede pactar un modelo de transición que beneficie a todas las partes. Las asociaciones de exhibidores deben ser las encargadas de sentarse a la mesa con los distribuidores y negociar este periodo (de 3 o 4 años)  de aportación del VPF a las salas’.

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