La exhibición, motor de cambio en los hábitos de consumo

14 enero, 2019

Durante sus primeros 110 años de vida, la Exhibición permaneció prácticamente inalterable pues la llegada de las nuevas tecnologías se producía de forma lenta y espaciada. Pero en los últimos 20 ha pasado a ser la protagonista del cambio tecnológico.

Por Antonio Carballo

En su lucha continua por ofrecer al consumidor un espectáculo de la máxima calidad, la Exhibición es ahora quien “tira” de toda la cadena tecnológica, desde la preproducción hasta la distribución, involucrando en un gran esfuerzo colectivo a cientos de empresas relacionadas con la imagen, el sonido y las telecomunicaciones.

A lo largo de esos primeros 110 años, los empresarios de la exhibición siempre estuvieron atentos a los avances de la ingeniería incorporándolos a su maquinaria: incorporación del sonido grabado en tambores o en discos de cera en cuanto estuvieron disponibles, paso del arco voltaico de corriente continua a las modernas lámparas Xenon, cambio de la producción en blanco y negro a color, ampliación progresiva del tamaño de sus pantallas, aire acondicionado frío/calor en las salas, incremento de las pistas de sonido desde la llegada del estereofónico hasta las 5+1 y 7+1 en los últimos años del siglo pasado…

La sala Screen-X en el Cinesa Luxe Equinoccio.

Pero ahora, en las dos últimas décadas, el cine en las salas públicas de exhibición es noticia varias veces al año. Desde la llegada de los sistemas digitales hemos visto nacer ya tres generaciones de proyectores, culminando con la nueva gama de luz láser (luz en estado puro), gracias a los cuales los matices y los contrastes en la imagen pueden llegar tan lejos como desee la imaginación del productor/realizador más atrevido. Kinépolis fue su precursor en España. Y ahora se está experimentando con las pantallas LED, que eliminan incluso el proyector.

El sonido tampoco se ha quedado atrás, y del concepto “multicanal” se ha pasado al concepto “envolvente”, dando protagonismo a cada elemento sonoro que aparece en la imagen, sea cual sea su ubicación en ella (o incluso fuera de ella).

Este año que ahora finaliza nos ha traído pantallas aún más grandes, incluso pantallas en los laterales de la sala; altavoces capaces de reproducir cualquier nota del espectro auditivo humano (Cines Odeón) y, como colofón, aforos reducidos en salas de grandes dimensiones dotadas con butacas que ofrecen un confort absolutamente insuperable (Cinesa, Yelmo).

Yelmo Cines Luxury

Una sala de cine equipada con la última tecnología es un auténtico placer para todos los sentidos, incluyendo efectos de frío, calor y olor como los recién inaugurados cines Filmax Gran Vía en Hospitalet de Llobregat. A todo este despliegue deberíamos añadir que en los grandes (y no tan grandes) complejos de exhibición se han mejorado mucho las instalaciones dedicadas a la restauración, de tal forma que ya se puede cenar sin salir del cine, tanto dentro como fuera de la sala (Cinesa con el Oscar’s Bar)

Estamos seguros de que este gran paso que ha dado (y continúa) la exhibición hará que más pronto que tarde el público perdido en los últimos años regrese a estos nuevos templos del espectáculo.

El consumo masivo de ficción a través de ordenadores, tabletas e incluso teléfonos móviles producirá INEVITABLEMENTE un efecto de saturación en los consumidores.

Sala 4DX en Cines Filmax Gran Vía

Esta saturación, unida a la liturgia que rodea el acto de asistir al GRAN CINE colectivamente, hará que nuestros buenos augurios se conviertan en realidad.

La pelota está ahora en el tejado de los productores y sus equipos creativos, que sin duda aprovecharán la enorme inversión realizada por este nuevo y a la vez viejo compañero de camino: la exhibición. Esperemos que consigan ofrecer a las salas de cine nuevas historias de gran impacto audiovisual, espectacular y cultural.

Los grandes circuitos han realizado ya por su cuenta las grandes inversiones que requieren los nuevos sistemas, pero estas inversiones no están al alcance de los empresarios que operan fuera de las grandes ciudades. Será necesario, por tanto, que la Administración Pública reconozca el valor social de estos emprendedores y los apoye de forma decidida.

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