Hay polémicas que basadas en argumentos erróneos (intencionadamente o por desconocimiento), generan un estado de desinformación del que es difícil salir. La de la aplicación del IVA en los cines, es un buen ejemplo de ello. Tanto en su inicio, allá por el 2012 cuando este impuesto pasó del ocho al veintiuno por ciento, como ahora, cuando ha vuelto a un razonable nivel del diez por ciento.
Por Julio Abengózar Oviedo, vicepresidente de NAECE (Nueva Asociación de Exhibidores de Cine de España)
Que las entradas de cine estuvieran gravadas con un veintiuno por ciento de IVA, es un despropósito indiscutible, pero culpar de ello a los males que el cine ha venido sufriendo en los últimos años es, sencillamente, faltar a la verdad.
En el año 2011, y según un estudio realizado por FACUA (démosle credibilidad), con un IVA al ocho por ciento, la entrada media de cine se situaba en 6,52 euros. Hoy, siete años después, con el IVA al diez por ciento, según la misma FACUA, se sitúa en 7,12 euros.
¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Repercutieron los cines esta subida del IVA en sus precios?
En primer lugar, si tenemos en cuenta que desde 2011 hasta hoy el incremento del IPC se sitúa en el 8,6%, según datos del INE, tendríamos que los 6,52 euros de la entrada del 2011, se convertirían en 7,08 euros solo aplicando este natural incremento, es decir, solo cuatro céntimos por debajo de lo que FACUA fija como precio actual de la entrada media y que denuncia como abusivo, reclamando una bajada adicional de veinte céntimos por la bajada del IVA. Es evidente que algo falla en ese análisis.
Por otra parte, no es cierto que los cines aplicasen de forma automática el incremento que supuso pasar del ocho al veintiuno por ciento de IVA. No negaré que alguno lo hiciese, pero en 2012, con una fuerte crisis económica y la taquilla en caída libre, a ningún empresario con sentido común se le podía ocurrir que la solución es subir los precios. Lo racional es intentar reducir costes, asumir menos beneficios (si es que los había) y esperar a mejores tiempos. Esto es lo que la gran mayoría de cines hicieron.
Pero, ¿por qué entonces este sentimiento generalizado de que la subida (injusta) del IVA lastraba la asistencia de público al cine? La protesta, que fundamentalmente vino desde el sector de la producción, (al menos la que más voz tuvo), así lo hizo creer, aunque no hay que ser ningún experto para saber que en tiempos de crisis, lo primero que se recorta es el gasto en ocio y el cine sufrió la consecuencia lógica de cualquier crisis económica.
¿Cuáles eran las verdaderas razones de esta reivindicación continua? ¿Acabar con una situación injusta? ¿Aliviar así a los cines de esa carga? No quiero ser mal pensado, pero el INFORME PROA, realizado hace un tiempo por las Asociaciones de Productores, como propuesta para un modelo de financiación de la producción cinematográfica, plantea que una parte de esa financiación proceda de las recaudaciones en taquilla y, literalmente dice: “Aprovechando la presumible bajada del IVA de las entradas de las salas de cine del 21% al 10%, desde PROA proponemos que se destine el 100% de esta diferencia en el coste de la entrada de cine al Fondo Nacional Público de Apoyo al Sector Audiovisual”. Es fácil sacar conclusiones.
Hoy, ante esta polémica, todos llaman a las puertas del Ministerio, FACUA en representación de los consumidores, la Academia de Cine, por otro lado, exigiendo un Pacto de Estado para el Cine Español, aunque poco arreglaríamos si ese pacto se circunscribiese exclusivamente al cine español.
Señores académicos, no vendría mal un poquito más de amplitud de miras. Hablemos del Cine en España, porque la única manera de que el cine español crezca, es si lo hace el cine en general.
Sería este un buen momento para que pusiéramos sobre la mesa los problemas que el cine, en su conjunto tiene, y que van mucho más allá de la dichosa polémica del IVA, pero con representación de TODOS.
Desde aquí invito a la Academia a retomar el espíritu del aquel informe de 2012 «Cine Españo. El Estado de la Cuestión«.